The Who en México: Entre rufianes y mods, ausencias y olvidos

FYI.

This story is over 5 years old.

Música

The Who en México: Entre rufianes y mods, ausencias y olvidos

La legendaria banda británica visitó México por primera vez, en sus más de 50 años de carrera, y no dejaron nada a deber.

Todas las fotos: Marcelo Quiñones

Hay una elipse en la carretera de la mente. La llaman curva del olvido y los estudiosos han calculado cuán pronunciada es desde hace tiempo, sin embargo nadie ha acertado si de describir qué hay tras ella se trata. Algunos hablan de un despeñadero, hostil y profundo; otros del vacío absoluto, de la nada.

Simon Townshend

Justo en ese arqueamiento de mi carretera mental se encontraba el Donald hasta ayer, cuando me lo encontré en la calle. Hacía años que no veía ese rufián, pero de pronto apareció justo donde solía divisarlo: en la esquina, con su facha intimidante, con el inmenso hocico que dios -y los puñetazos que recibió en numerosos tiros- le regalaron. Por supuesto, gracias a esa trompa hinchada recibió el mote del Donald. Siempre fue así llamado, desde que tenía sus cuatro extremidades pegadas al torso, por ejemplo. Digo esto porque ayer descubrí que el Donald ya sólo cuenta con un brazo y una pierna. No sé cómo ni cuándo se deshizo de dos remos, lo único que conozco es que lo vi así y que, pese a su aparentemente frágil condición, seguía luciendo desafiante. Porque el Donald es la clase de tipo al que le das la vuelta nada más con verlo.

Publicidad

​The Who

Yo iba camino al Palacio de los Deportes para ver a The Who en directo, así que dejé al Donald atrás con tal de subirme al autobús. Y su imagen se estacionó en mi cabeza hasta que Roger Daltrey y Pete Townshend aparecieron en escena para tocar "I can't explain". Entonces la ruta de mis pensamientos se pintó de blanco, rojo y azul gracias a la óptica de un piloto de la Royal Air Force, un navegante enfundado en una parka y con un par de anfetaminas entre las muelas que comandaba una Vespa alada. Ahí estaba, pleno, mastodóntico, el imaginario mod proyectado en la inmensa pantalla que le iluminaba las espaldas a la dupla inglesa, un ideario que combinaba de maravilla con el cancionero que la pareja ejecutaba. Desde "I can see for miles" y "The kids are alright" hasta "The seeker" y "Who are you". Mirando a Townshend y Daltrey haciendo lo suyo -uno usando el micrófono como lazo para atrapar bestias y el otro transformando su brazo derecho en las aspas de un molino- el término rock & roll adquirió su más justa definición. Así, directo. Sin falla.​​

​Sin embargo, no fue con la abrumadora fuerza de "Baba O´Riley", "Pinball wizard" o "Won´t get fooled again" que las ausencias de Keith Moon y John Entwistle pesaron; sino cuando el turno de "Behind blue eyes" llegó -porque si bien Zak Starkey carecía de los desquiciados modos de Keith, vaya que replicó los redobles de aquel salvaje con tino. Y ni hablar de Pino Palladino, quien cumplió efectivamente al ponerse los sobrios zapatos de John-. Sin tambores ni cuerdas graves de por medio, una vez que la balada de marras arrancó, los rostros de la pareja desaparecida se reflejaron en la pupila de un gigante anónimo que salpicó con sus lágrimas a unos cuantos. Yo entre ellos (los amargados dirán que fue cerveza, u orines, en un caso más vulgar; pero a mí me parecieron lágrimas debido a la emoción del instante).

Publicidad

Escuchando aquel tema me resultó inevitable considerar que es una pena que a México casi  siempre se llegue tarde, que nos hayamos perdido de la presencia de la base rítmica que dotó a los Who de un poder sin parangón (acaso el tándem Bonham- Jones en Led Zepp pudo emparejársele). De hecho Pete se excusó por la tardanza, y justamente cuando esto hacía la figura del Donald volvió a mi testa. Sí, porque tal como a éste le sucedió, los Who sufrieron la desgracia de perder dos extremidades; sin embargo, ni una calamidad de tales dimensiones consiguió que el armatoste sonoro detuviera su andar. Acaso nosotros sufrimos la carencia, el dolor del miembro fantasma, porque los artífices de "See me, feel me" lucían radiantes mientras solicitaban que los toquetearan con tal de sentirse vivos. Y aunque Pete jamás azotó su instrumento contra el suelo, anoche Roger usó el cable del micrófono como torniquete para así inyectarse voltios en el antebrazo y tartamudeó mientras describía el perfil de su camada en "My generation", por su parte, el guitarrista demostraba que sus dedos lucen tal ligeros como cuando usaba camisas de cuello picudo e imaginaba riffs del calibre de  "Substitute", el tema encargado de cerrar la cita.

​Tras repasar la mercancía pirata que escoltaba al foro, llegué a casa para encontrarme con que el Donald ya no estaba donde lo vi al salir. A diferencia de lo que antes ocurría, esta vez el tipo no se la amaneció rodeado de compinches, vociferando y buscando puños. Me acosté pensando que seguramente no volveré a verlo y que lo mismo ocurrirá muy probablemente con The Who. No habrá más encuentros entre nosotros. Sin embargo, aunque el primero se dirigirá cojeando a esa elipse en la carretera de mi cabeza, Pete y Roger van a quedarse bien lejos del despeñadero. Quizá arrojen la Vespa alada al vacío, como hizo Tommy en Quadrophenia, pero su trote va mantenerse intacto, firme y desafiante para siempre, así se queden sin una pierna o uno de sus brazos se les desprenda.

Publicidad