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Así es el día a día de un paramédico de 25 años

Si quieres cabrear a un paramédico, llámalo conductor de ambulancias.

Arriba: Momento en el que una de las víctimas de un tiroteo en Chicago es llevada a la ambulancia (noviembre de 2013). Foto por Brian Jackson/Chicago Tribune vía Getty Images

Este artículo se publicó originalmente en VICE US.

Poco antes de nuestra charla, Nate Boyce había estado intentando salvar a un hombre que había caído desde una altura de 18 metros mientras practicaba escalada. El tipo estaba en medio de la nada en Colorado, donde Boyce trabaja como paramédico. Él y su equipo administraron fármacos por vía intravenosa al accidentado, lo envolvieron con una manta y lo trasladaron en un todoterreno hasta un punto en el que un helicóptero los recogió.

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Aunque este caso es bastante más dramático que la mayoría de los que debe atender el joven de 25 años, el trabajo de Boyce conlleva momentos de vida o muerte que la mayoría hemos visto solo en televisión. Boyce trabaja como Técnico de Emergencias Sanitarias desde 2013 y se curtió en la profesión conduciendo ambulancias en Boston, su ciudad natal. El mes pasado obtuvo la titulación oficial de paramédico, lo que conlleva asumir la responsabilidad de interpretar los signos vitales de los pacientes, monitorizar su ritmo cardiaco o administrarles potentes fármacos.

Pedí a Boyce, que ahora trabaja en una zona rural con personal muy limitado cerca de Colorado Springs, que me explicara cómo maneja las situaciones más sobrecogedoras y cuáles son los conceptos erróneos más comunes que se suelen tener de su profesión.

VICE: ¿Te asusta ver a personas con lesiones muy graves, como el tipo que se cayó en la montaña? ¿Cómo reaccionas emocionalmente a ese tipo de situaciones?
Nate Boyce: Analizo la situación e intento elaborar un plan. Cuando ya tengo claro cómo quiero tratar al paciente, me ciño a ese plan. Con este chico tuvimos suerte y pude hablar con él un rato hasta que pudimos sacarlo de allí. Hablamos mucho más rato de lo que es habitual con los pacientes. Estudiaba en la Universidad de Colorado y se había acabado de mudar a Nueva York, lo cual tiene gracia, porque es donde yo estudié.

Si te digo la verdad, esta ha sido la relación más cercana que he tenido con un paciente. Con él crucé la línea que divide empatía y simpatía. Obviamente, no podemos dejar que las emociones entorpezcan nuestro trabajo. Es como una máxima en medicina: has de dar el mismo trato a todos los pacientes, al margen de la relación que tengamos con ellos. Hablamos mucho sobre este aspecto y se hace hincapié en la importancia que tiene, pero claro, no es algo que se pueda garantizar.

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¿Cuál fue la primera situación grave a la que tuviste que enfrentarte en tus comienzos?
Recuerdo que pasaron unos seis meses hasta que me tocó un caso grave, de un tipo que se había pegado un tiro en la cabeza. Estaba tan muerto que ni siquiera nos hizo falta entrar en la vivienda. Además, la policía ya estaba allí y nos dijeron que podíamos irnos. Yo estaba un poco flipado, porque no sabía qué tenía que hacer después. La familia del tipo estaba histérica y yo no estaba para nada preparado para lidiar con ellos. Me quedé ahí, parado, mirando, sin saber qué decirles. Uno tarda años en aprender a darle a alguien la noticia de la muerte de un ser querido.

Para obtener la licencia tienes que haber acumulado 140 horas. Es muy poco tiempo y no te da tiempo a aprender mucho. Para mí lo sorprendente fue que, pese a lo poco preparado que estaba para afrontar estos casos, a nadie parecía importarle demasiado. Si trabajas en finanzas y te has sacado el grado de Empresariales, en tu primer día probablemente sabrás de qué va a ir tu trabajo, pero aquí no es así en absoluto.

¿Pasabas miedo a menudo, al principio?
Cuando eres nuevo, te quedas asustado mirando al paciente, sin saber muy bien qué hacer ni de qué estás asustado, realmente. Principalmente te preocupa hacer algo raro, que se den cuenta de que eres nuevo. Al principio siempre piensas que todos los pacientes van a morir en la ambulancia o que las cosas van a empeorar, pero no es así. La mayoría de los pacientes no está tan mal, pero claro, en los comienzos el único pensamiento que te pasa por la cabeza es, Estoy en una ambulancia y esto es una situación de vida o muerte. ¡Esta persona que me ha llamado por un dolor en la pierna podría morirse en cuestión de segundos! Con el tiempo lo superas, porque ves que no ocurre tan a menudo.

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Unos paramédicos asisten a un hombre en una ambulancia en California (agosto de 1989). Foto vía Chuck Nacke/Getty

¿Te produce satisfacción personal la labor que realizas?
Sí, pero nunca lo haría por amor al arte. Es un trabajo, un trabajo que además me encanta. Pero si mañana me dijeran "vas a tener que hacerlo como voluntario", lo dejaría. En serio, este trabajo esta muy mal pagado. Yo vivo bien porque no estoy casado y tengo veinticinco años, pero trabajo una media de 70 horas semanales. Eso es un problema y no es sostenible. La lástima es que hay muy buenos profesionales que dejan el trabajo por lo mal pagado que está. Hablan con el resto de profesionales de salud, mucho mejor pagados que ellos, y piensan "joder, ¿por qué no me habré apuntado a Enfermería? Así ahora ganaría el doble y tendría la mitad de responsabilidad".

Si quieres cabrear a un paramédico, llámalo conductor de ambulancias

Entonces, ¿dices que mucha gente deja el trabajo?
Según el gobierno federal, la duración media de la trayectoria profesional de un paramédico es de entre tres y medio y cinco años. Después de toda la inversión de esfuerzo, tiempo y dinero, el paramédico medio trabaja solo cuatro años y después se busca otra cosa.

Puedo contar con una mano los paramédicos que conozco mayores de cincuenta años. Son poquísimos. La gente se cambia de trabajo porque acaba quemada; es muy duro. Puedes llegar a atender doce llamadas en doce horas y te pasas el día entero en la ambulancia. Yo tengo suerte de que al centro en el que trabajo no llegan tantas llamadas, tiene una estación y un jefe que se preocupa por nosotros. En cualquier caso, es muy extraño ver a alguien jubilarse en este trabajo.

¿Te gustaría desmentir o aclarar algunos conceptos erróneos que la gente suele tener sobre tu trabajo?
Los paramédicos son profesionales sanitarios de verdad y creo que la gente se olvida de eso muy a menudo. Si quieres cabrear a un paramédico, llámalo conductor de ambulancias. Sí, es vedad que conduzco una ambulancia, pero hago muchas otras cosas. Esa es solo una pequeña parte más de mi trabajo. Ofrecemos un servicio sanitario muy avanzado, y no solo estamos capacitados para tratar enfermedades potencialmente mortales, sino que hacemos que el paciente se sienta mejor. Es maravilloso aliviar a la gente de su dolor. Además, lo más probable es que no te mueras delante de mí. Estarás hecho una mierda, vale, pero ahí estoy yo para ayudarte. Esa es la mayor satisfacción.

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Traducción por Mario Abad.