Sakroakuarianos: el culto colombiano que alaba a un Cristo extraterrestre
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Sakroakuarianos: el culto colombiano que alaba a un Cristo extraterrestre

En medio de la manigua del departamento de Santander hay una comunidad que invoca platillos voladores y le ofrece su porvenir a un mesías que ha llegado de los cielos a la Tierra. Su nombre es Jah Kelium Zeus Induzeus, y es el fundador de un culto...

En medio de la manigua del departamento de Santander, en Colombia, hay una comunidad que invoca platillos voladores y le ofrece su porvenir a un mesías que ha llegado de los cielos a la Tierra. Su nombre es Jah Kelium Zeus Induzeus, y es el fundador de un culto llamado los Sakroakurianos.

La primera imagen que viene a mi mente proviene del pánico que sentí al final del viaje: en la finca gigantesca, que tenía una zona para reuniones en forma de platillo, donde mis amigos y yo dormimos en carpas, un centinela me persigue en una moto, me sobrepasa y le dice a otro guardia, que está más adelante, que yo había tomado fotos. Tenían armas. Sudé gotas de terror pensando que me iban a asesinar.

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Negué hasta la saciedad que hubiese tomado fotos (aunque sí lo hice), argumentándole a los guardias que estaban cada vez más iracundos que ellos mismos me habían quitado mi celular cuando recién entré a la comunidad. Con desdén me dejaron ir. No sin antes advertirme que no me saldría con la mía. Sabían que minutos más tarde nos recogería en su camioneta el inspector de Policía de la vereda colindante.

Foto de llegada al templo Google Street View.

En esa misma camioneta llegamos el viernes 30 de enero de 2015.

Eran las 6:30 p.m. El "Templo Vegetal Sakroakuarius", localizado en la finca Bogotacito, en Gámbita, Santander, emergía como una entidad "alienígena", con decenas de centinelas que lo vigilaban, y que usaban walkie talkies, linternas, pistolas y machetes. Tras recorrer una trocha durante cinco horas en una camioneta desde Duitama, Boyacá, a la que se le sumaban otras cuatro por carretera convencional desde Bogotá, mis amigos Dave Green y Anne Wells*, dos estadounidenses, Matthew Cunningham*, inglés, y Nataly Sáenz, colombiana, habían borrado las sonrisas del principio del viaje y ahora hacían muecas que no disimulaban su perturbación.

Entrada al Templo Vegetal Sakroakuarius. Foto de la autora.

Me sentí incómoda al segundo de llegar al templo —me dijo Anne, mi amiga rubia, vegetariana, practicante de capoeira y profesora de inglés, días después de nuestro regreso—. Intenté ignorar el sentimiento, pero incrementó en la medida en que nos preguntaban información personal y querían revisar nuestras maletas. Simplemente sentí que era demasiado.

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Después de que unas mujeres confiscaron nuestros celulares y cámaras, e hicieron la cuenta de lo que costaría nuestra estadía en el templo, una de ellas sentenció:

¡Nos vamos a hacer rea!

El carné de entrada a la comunidad de la autora.

La acompañé emocionada hasta que me di cuenta que rea era ir al baño: debíamos escalar una colina por 20 minutos y entre el follaje abrir un hueco con una estaca en la gea, que es la tierra, para orinar o defecar. Lo perturbador de ir al baño no era ir en la noche, por la manigua, sola, era hacerlo mientras sonaban cantos evangélicos, con tonos psicodélicos, que rotaban en parlantes instalados por todo el templo las 24 horas: "Mueran cancerosos, sidosos, decían refiriéndose a las personas con sida en un léxico que ellos mismos habían inventado, "mueran pecadores, en el nombre de Kelium Zeus".

Kelium Zeus, el mesías extraterrestre

Luis Gustavo Morales Sierra, o Jah Kelium Zeus Induzeus, nació en la Sierra Nevada del Cocuy. Es un exvendedor que en 1986 se convirtió en el mesías que "levita en la Tierra". Aparentemente, podía llamar platillos voladores y curar todo tipo de males con una miel sagrada que producían abejas que criaba.

Manejaba una extraña camioneta con un platón y llantas grandísimas —me narró Arnulfo Gutiérrez, el inspector de Policía de Paipa y sus veredas, colindantes con Gámbita, quien nos condujo al templo—. Sonaba como un helicóptero. Cuando él llegaba temblaba todo.

En la camioneta que hacía temblar la tierra Kelium Zeus huyó. Desapareció junto a su esposa Omaira Calderón (Afrodita), y su hijo Samael Johav Bahtorh Wehorh (Joab Morales Calderón) el 25 de noviembre de 2004. El Ejército, la Policía y el Departamento Administrativo de Seguridad de Colombia (DAS) lo buscaron en el monte y lucharon contra las abejas: El "maestro", que no apareció, era acusado de concierto para delinquir, tráfico de armas y acceso carnal violento y abusivo. La investigación surgió por las denuncias de habitantes del pueblo de Charalá, Santander, y 15 exintegrantes de la comunidad (cuatro de los cuales fueron asesinados y se habían convertido en testigos de la Fiscalía).

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Kelium Zeus y su hijo, Samael Johav Bahtorh Wehorh. Keliumzes.net

Lo extraño era que el maestro Kelium no hablaba —prosiguió el inspector, que cuando lo conoció era un 'pelao' que lucía como vaquero norteamericano—. Siempre se rodeaba de niñas de entre 10 y 14 años, que eran 'intérpretes' de sus mensajes divinos… Porque si él hablaba se acababa el mundo.

Pero cuando Zeus habló el mundo no se acabó. Los últimos años que estuvo en el templo incluso se pronunció en televisión.

Un día —continuó el policía con su revelación—, el maestro Kelium llevó a todos sus seguidores al límite entre Boyacá y Santander y les dijo que esa noche el Ejército lanzaría bombas al templo. Lo que me contaron fue que se devolvió, se robó toda la plata que había en el templo y se había volado. Desde esa época nunca volvió a aparecer.

Y los seguidores, que lo vieron quitarse las ropas extravagantes y cortarse la barba que era sagrada, le creyeron, porque en sus enseñanzas les había dicho:

¡Yo soy Tao, que es "Theos". Y "Theos" es Dios!

Creyentes de 'Theos', los Tao-Judíos, una mezcla de taoístas y judíos, o Sakroakuarianos, siguen las enseñanzas del Tao, la Biblia cristiana y la Torá; también deben seguir prácticas como orar a extraterrestres, el vegetarianismo y la castidad, que creen los llevan al equilibrio. A través de "las leyes de la reencarnación", Zeus, quien es extraterrestre y además es Jesucristo, es la mente de Lao-Tsé, un filósofo de la religión Tao proveniente de China. Cuentan algunos denunciantes que huyó a Venezuela. Pero sus seguidores creen que lo hizo para que ellos vivieran en paz, en su tan nombrado equilibrio, ya que como él es un ser sagrado, siempre será perseguido.

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Templo en forma de platillo. Foto de la autora.

Viviendo entre Sakroakuarianos

El sábado 31 de enero, a las tres de la mañana, subieron el volumen de la música en el monasterio y los parlantes temblaron con las vibraciones del sonido. Era hora de la oración.

Caminamos hasta el templo principal, adornado con cintas de colores, escaleras doradas, estrellas de cinco puntas y letras de cantos católicos.

El lugar estaba lleno, un líder declaraba los pecados de las 600 personas que viven en el monasterio.

Lo escuchaban niños con sus padres, pero también adolescentes solos que huyeron de sus hogares. Había extranjeros y locales, profesionales y analfabetas quienes vestían sudaderas si eran monjes, se cubrían con un traje de paja si eran misioneros, o andaban con túnicas de colores si tenían un rango mayor. Todos viven en cabañas de madera o plástico: familias enteras, personas solas o parejas. Los hombres y mujeres tienen el cabello hasta la cintura; ellos no se cortan la barba, como rabinos judíos, ellas tienen la cabeza cubierta porque creen que protege sus facultades mentales.

Kelium Zeus. Foto Keliumzes.net

Entramos al templo. Desde entonces, esa madrugada, el sentimiento de claustrofobia, a pesar de estar al aire libre, empeoró.

Cuando Dave,mi amigo trotamundos, buen conversador, puso sus pies en la alfombra roja e ingresó al templo, tuvo que tragar saliva y escuchar las peroratas de una alemana con un eccema en la cara que se le acercó. Le dijo que dos personas con el mismo tipo de sangre no podían estar juntas, pero que podía hacer una ceremonia para cambiarlos de tipo de sangre. Mientras, un hombre de barba larga y aliento a mata, se nos acercó a Nataly, mi amiga contadora, morena, de buen talante, y a mí. El hombre se hacía llamar Davinci.

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Yo puedo interpretar el significado de los nombres — nos dijo—. Dígame su nombre, me preguntó.

—Diana.

—Ese es un nombre divino. Una de las hijas del maestro se llama Diana. Significa Di de Dios (el cristiano) y Ana de Tierra: enviada de Dios para la Tierra. Dígame una palabra, le dijo a Dave.

—Pared — respondió mi amigo.

Pa de para y red es rojo. No tiene que ser rojo pero para.

A Matthew, mi amigo inglés, ecologista y vegetariano, le costó disimular la risa.

Templo sakroakuarianos. Google Street View.

Pero aunque "ana" es relacionada con la Tierra, "ano" sí significa para los sakroakuarianos lo que significa para todos: no dicen "verano" porque quiere decir "vemos anos", dicen versol. Ellos hablan castesakro: un dialecto del español que crearon para atraer bondades del cielo.

Los pobladores del templo Sakroakuarius no se nominan con nombres, porque quieren decir "no-hombre". Se designan con símbres: sí-hombres. Escuché símbres como "Meriadel" y "Genáltiser". También cambian palabras como mañana, fraternal y prontamente por managda, fratervial y prontainti. Estas palabras y símbres son creados por los maestros o heloínes (ángeles o mensajeros); en la cima de la jerarquía está el Gran Komendador, algo así como el Papa pero de los Sakroakuarianos, que interpreta las enseñanzas de dios que es Kelium Zeus.

La noche llegó y yo intentaba conciliar el sueño mientras Nataly soñaba con mujeres muertas. El volumen de la música era muy alto. Anne, molesta, empezó a llorar. Yo me tapé con mi bolsa de dormir. Me sentía como una niña pequeña que no quiere "ver al coco".

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Mi primer pensamiento al escuchar a Anne—dijo Dave—, fue "oh, Dios están aquí"—se refería a los sakroakuarianos, que dormían en sus cabañas, mientras nosotros estábamos aislados en la zona con forma de platillo volador—. Pensé que harían un ritual para dañarnos. Entonces Matthew, Anne y yo salimos a caminar hacia las afueras del templo. Necesitábamos silencio. Pero en la entrada de la comunidad alguien salió. Y me dijo: "No pueden pasar".

Mientras mis amigos caminaban yo estaba junto a Nataly en la carpa, de un momento a otro sentí una luz: Era un centinela que me vigilaba y me alumbraba con su linterna.

Ya el deseo de irnos era incontrolable. Pero nos esperaban "las ocho multi-runas", sesiones de capoeira y karate a las 5:00 a.m., del domingo. Por unos minutos olvidé los gritos de los otros días, hasta que nos dieron catanas y un hombre con un machete se situó a mi lado izquierdo. A mi lado derecho estaba una mujer que me dijo:

—No estás moviendo la espada. Piensa que estás viendo el cuello de tu enemigo. Piensa que lo estás matando.

—OK, lo estoy matando… —dije mientras sentía la mirada del hombre con el machete.

Actividades de los sakroakuarianos. Foto Tao site.

Los sakroakuarianos se preparan porque creen que pronto vendrá el fin del mundo.

—No sé si es que allá hay delincuentes o guerrilla —me dijo el inspector—. Como te diste cuenta, ¿quién busca a alguien allá? Ellos tienen sus símbres: si preguntan por el nombre de alguien, nadie lo conoce. Por ejemplo, en el tiempo en el que el maestro vivía en el templo se quedaba allí Iván Gil Echeverry, alias Calzibajú, un hombre que tenía órdenes de captura. Él andaba con uniforme y botas del Ejército, y por supuesto andaba con una pistola nueve milímetros en la cintura.

Huimos después de las multi-runas. Dave, el buen conversador, logró que le prestaran un teléfono a Nataly, para que llamara al inspector y le dijera que nos recogiera rápido. Yo mientras tanto me ocultaba entre unos arbustos para tomar fotos. Tenía un celular viejo que nunca tuvo señal y que siempre estuvo guardado entre mi ropa interior y mi pantalón.

—Hay muchas personas inocentes que creen lo que les enseñan allá —reflexionó Anne al final del viaje. Al escuchar sus palabras llegué a la conclusión de que lo más aterrador no fue la rea, ni la horrible música, ni el susto después de tomar las fotos; fue que los líderes del grupo tuvieran tanto poder sobre los demás.

Los fines de semana llega al templo una van llena de personas con ilusiones de curarse de cánceres terminales, colombianos y extranjeros, que no imaginan que este pueblo es una nación escondida sin ley: desde hace más de diez años, en el operativo fallido, nadie del Ejército ha visitado el templo; desde 2004 los pobladores vecinos, de Boyacá y Santander, hacen de cuenta que es un valle prohibido, y le impiden a sus hijos y conocidos acercarse.

Me aterré al pensar que si el Gran Komendador, el líder del que solo se conoce un usuario de Skype, les dice a los Sakroakuarios que deben cometer suicidio, porque si o porque no, porque se descubrió que tal vez Kelium Zeus murió, ellos, como en Jonestown, probablemente lo harán.

Siga a Diana en @dianacandonga *Nombre modificado por solicitud de la persona