Cómo sobrevivir un malviaje en ácido

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Cómo sobrevivir un malviaje en ácido

Primero que nada, no te vas a morir por ácido. Respira y sigue estos consejos para volver de ese abismo existencial.

Un hormigueo extraño se apoderó de mis manos, una especie de cosquilleo permanente que comenzaba a tomar el protagonismo en el trip. Mi respiración se agitaba, mi corazón latía más rápido y fuerte. Me volteé hacia mi compañero de viajes más experimentado y le dije: "Siento como si me estuviera muriendo". Rápidamente me tomó de las manos con firmeza y me dijo tajantemente: "No, tranquilo, nada de eso. No te estás muriendo". Sentí como si sus palabras pudieran atravesarme y producir efectos inmediatos en mi cuerpo y mente. Al menos por algunos minutos su mensaje lograría diluir el tinte oscuro de mi odisea.

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Nos movimos de la habitación principal de mi apartamento hasta la sala para buscar que el nuevo contexto produjera diferentes emociones. Quizá un poco de la sublime composición de Philip Glass podría encauzar las aguas hacia una nueva dirección. En efecto fue así, al menos algunos minutos llenos de placer precedieron el nuevo inicio de una escalada emocional. Las graves notas que se desprendían de los finos arreglos de vientos y cuerdas de The Hours se convirtieron en una abrumadora avalancha.

El color oscuro que desprendía la música me conectó con la imagen de mi padre. Las terribles circunstancias en las que había fallecido unos 13 años atrás parecían agobiarme como nunca. A medida que escalaban progresivamente los acordes, con ellos se acrecentaba el dramatismo de la situación.

Estallé en un llanto desconsolador sin precedentes. Mis dos compañeros de viaje se asombraron inicialmente pero no demoraron mucho en acercarse a escucharme. Les dije: "¡No es justo, yo no me merezco esto!" Fue lo único que pude verbalizar para intentar transmitir algo que había permanecido velado durante la cotidianidad y que ahora constituía el epicentro de un sismo en mi psique. Hice consciente que mi cerebro había anclado la memoria de mi padre a un particular momento dentro de todos los años que compartí con él, su muerte. Cada vez que pensaba en él, conectaba mi mente a la terrorífica imagen de su cuerpo colgando de un árbol.

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Luego de algunos minutos llorando y sintiendo el reconfortante abrazo de mi amigo, hice consciente otra poderosa idea… Si mi cerebro fue capaz de establecer la imagen que evoca el nombre de mi padre, entonces también es capaz de cambiarla.

Con ojos cerrados y lágrimas descendiendo por mis mejillas pude ver cientos de imágenes de mi padre durante mi infancia. Cientos de momentos llenos de alegría profunda pasando rápidamente y entre todos ellos, uno en particular: mi padre sonriendo, haciendo una mueca con la mitad de su boca. Me detuve allí y conscientemente pedí a mi cerebro que ajustara esta imagen como la que representaría a mi padre dentro de mi mente a partir de ahora.

Abrí los ojos, continué llorando pero ahora de felicidad. Cientos de horas en psicoanálisis no habían podido lograr lo que un cartón de LSD había hecho en minutos; estaba en paz con la imagen de mi padre.

Es imposible predecir exactamente hacia dónde dirigirá el viaje una vez que inicia; de lo que sí podemos tener certeza es que mientras dure la experiencia, los mecanismos de defensa sicológicos se desploman con tanta fuerza como la censura. Cualquier material inconsciente puede emerger sin importar sus consecuencias y esto suele traer consigo la aparición de información que el sistema psíquico había reprimido justamente para evitar el costo emocional al que está asociado.

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Los Bad trips o malviajes son experiencias cargadas de emociones como el miedo, la aversión, la rabia o la tristeza, todas estas en el máximo nivel posible, porque en LSD no existen los términos medios y todo se amplifica. La pequeña alegría que sientes cuando descubres que aún queda helado en el refrigerador se puede convertir en una epifanía extática, una danza de colores, un concierto de aromas y en la mejor situación que has vivido en toda tu vida. Pero la otra cara de la moneda es que si descubres que el helado se acabó, la pequeña decepción y el envase vacío pueden conectarte con un vacío en tu vida y BUM… Un ataque de pánico.

La travesía lisérgica es una montaña rusa con giros violentos que pueden ir en cualquier dirección y este es un precio que debes estar dispuesto a pagar si utilizas LSD, pues si lo haces con cierta frecuencia es casi seguro que entre tanta dicha, al menos un día vivas un mal viaje.

Algunos lugares comunes entre quienes relatan haber experimentado este fenómeno son: enfrentarse a la muerte, conocer el vacío, desintegrarse, revivir episodios altamente angustiantes del pasado, sentirse amenazados por objetos o personas en el viaje, perder la cabeza, entre otros. Sin embargo, una experiencia altamente estresante no necesariamente tiene que ser juzgada como negativa, por el contrario, puede ser altamente enriquecedora y motivar cambios importantes en la personalidad.

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Viajar con cierta frecuencia desarrolla en los psiconautas algunas formas particulares que se vuelven herramientas y técnicas para navegar cuando las corrientes se enturbian, de modo que las conviertan en energías provechosas. Recurrir a un sala de emergencias no es necesario en la gran mayoría de los casos; de hecho, hasta ahora no he tenido que asistir nunca a alguna ni recomendarle a otro viajero que lo haga. A esta solución solo debemos apelar en caso de que la vida de algún miembro de la tripulación se encuentre realmente en riesgo. En estos escenarios, en cualquier sala de urgencias podrán administrarte una benzodiacepina para disminuir la ansiedad y luego tratarán específicamente los síntomas indeseables, porque no existe un antídoto directo para los efectos del LSD.

A partir de mis autoexprimentos y de la interacción con miles de viajeros a través de @lisergicos, he identificado algunas formas comunes de atravesar y aprovechar un malviaje con éxito. No obstante, cada herramienta puede ayudar en situaciones particulares; el viajero debe entonces armarse con la mayor cantidad de cartas posibles para poder jugar la más apropiada en el momento adecuado.


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En primer lugar, te pido que evites usar otras sustancias para disminuir los efectos del ácido. Mezclar psicoactivos puede hacer que las cosas se vuelvan más confusas, más angustiantes y se salgan de control. Te invito a utilizar técnicas sencillas que no aumenten los riesgos. Describiré diferentes niveles de malviajes y algunos consejos asociados a cada momento:

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El primer nivel, y el más fácil de controlar, es aquel que es producido principalmente por un objeto o un fenómeno externo. Digo "principalmente" porque siempre hay algo de ti que tiene al menos una cuota de responsabilidad en lo que ves, sientes y piensas. Digamos por ejemplo: la pintura abstracta de la sala de tu casa que ahora toma forma como de un payaso. En primera instancia, y lo recomendado en cualquier nivel del mal viaje, es aprender a controlar tu respiración. De la misma forma que controlamos un ataque de pánico, inhalas profundamente y exhalas lentamente tantas veces como puedas contar. Pide a otro compañero que tome el cuadro y lo lleve hasta otra área de la casa. Puedes complementar además la solución agregando nuevos elementos en su lugar que estimulen emociones agradables en ti, como la música de tu banda favorita, videos relajantes, imágenes que evoquen en ti la alegría, etcétera. En mi caso siempre tengo a la mano tres canciones que son clave para cada viajero que me acompaña.

Ahora, supongamos que tu amigo regresa de la habitación contigua luego de dejar el cuadro y ahora él tiene la nariz roja y comienza a parecerse a Krusty. Sí, quizá ahora te dé risa pero durante el viaje puede muy estresante ver la apariencia de tus amigos cambiar, y mucho más si la nueva forma es amenazante. Pide a tu compañero que se aleje y te brinde espacio. Indícale que necesitas estar en paz para poder seguir interactuando con él. Si bien es bueno sentir que tienes un espacio, evita quedarte completamente solo.

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Te alejas un poco, te sientas en el sofá y cuando te miras al espejo… Tu cara está pálida y tu sonrisa parece la del Joker.

Tomemos una característica interesante del ácido, ese hecho de que afuera da igual que adentro. Si quiero sentirme mejor adentro, y mi cuerpo no puede diferenciar qué es interno y qué es externo, contar con alguien que se sienta sereno, no luzca atemorizante y te abrace puede trasladarte ese sentimiento. Si ningún ser humano tiene esas características, puedes apoyarte en un objeto que te transmita serenidad normalmente. Busca tu equivalente al tótem de Di Caprio en Inception y enfócate en él.

Ok, ahora vamos al siguiente nivel, el payaso se apodera de ti y tu "verdadero yo" está muriendo… No hablo de sentirse como que "algo dentro de mí muere" en un sentido romántico. No, estás convencido de que tu corazón se va a detener y tienes problemas para encontrar aliento. ¿Recuerdas las respiraciones? Las llevamos a otro nivel y debemos intentar algo que antes de liberarte puede llevarte a lugares oscuros… Siéntate en el suelo en posición de loto o con las piernas cruzadas. Cierra los ojos y no los abras por nada durante los siguientes minutos. Enfócate en tu respiración y solo en ella. Vendrán ideas, pensamientos, sensaciones; no te resistas, el malviaje se alimenta de ellas. Déjalas llegar y cumplir su cometido; recíbelas, obsérvalas y continúa enfocado en tu respiración.

"Mmm, me sigo muriendo, ¿qué hago?" En este punto en el que parece no haber retorno solo hay una cosa que podamos hacer. ¿Recuerdas Matrix 3? ¡Entrégate! Nadie nunca ha muerto por una sobredosis de LSD. Te explico lo que sucede en tu mente: tu ego, es decir, tu idea del "yo" está desapareciendo para que puedas experimentar la realidad desde una perspectiva diferente. Tu "yo" siente eso exactamente como morir; a fin de cuentas, al menos una parte de ti está desapareciendo.

Si intentas resistirte a la muerte, generarás más alucinaciones, miedos, y sensaciones desagradables… Entrégate a morir y verás que al cabo de algunos minutos lo único que se habrá muerto será tu mirada humana del mundo. Si nadie existe, nadie puede sentir miedo.

La próxima vez que sientas que la fuerza incontrolable de la corriente te conduzca hacia un temporal, recuerda: Confía en tu sistema psíquico, deja que en medio del ruido te muestre la oportunidad para trabajar en un aspecto de ti, saldrás más fuerte que como entraste, saldrás conociendo algo de ti que no sabías y en definitiva, saldrás vivo de ésta.

Lisérgicos es autor del Manual para viajeros en LSD, el cual puedes encontrar aquí.

@lisergicos