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Música

Telemúsica: cabeceras televisivas de las de rascarse la mollera

Ocho sintonías raras, psicodélicas y delirantes.

Cada viernes, el equipo de redacción de VICE tiene que rendir cuentas ante el redactor jefe de lo hecho durante la semana. Aquellos que no alcanzan un mínimo de labores realizadas reciben diecisiete fustazos en las nalgas y un escupitajo en un ojo. Cierta compañera cuyo nombre no revelaré empieza a mostrar una perversa satisfacción ante estos castigos, y los demás empezamos a sospechar que su morosidad para con el cumplimiento de las tareas obedece a oscuras, nefandas razones… Los otros, menos retorcidos, nos echamos a temblar cada vez que el jefe hace sonar, el muy pérfido, la sintonía de Informe semanal a modo de campana de llamada a nuestros informes. Ahora, cada vez que la oímos, sentimos un pavloviano dolor en las nalgas. Y a la compañera se le ilumina el rostro con una sonrisa.

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Es una lástima, porque la sintonía está bien, mola como pieza musical. Un sábado por la mañana tras una semana especialmente improductiva nos reunimos para despotricar de nuestro redactor jefe y, en vez de eso, nos pusimos a recordar otras sintonías televisivas; sintonías raras, psicodélicas, delirantes, desusadas, fuera de lo común por una razón u otra en el panorama televisivo de ayer. El de hoy no lo tocamos porque por suerte o por desgracia no tenemos tiempo para ver la tele. Se nos ocurrió que una buena forma de rellenar nuestro currículo semanal de cara al viernes sería reunir unas cuantas, explicarlas como buenamente pudiéramos y endosarle a la cosa unos vídeos porque para algo vivimos en tiempos multimedia. Y aquí lo tenéis. A ver qué pasa. Rezad por nuestras nalgas…

INFORME SEMANAL, primeros 70

Ni la perspectiva del tiempo ni el beneficio de los años ni contemporizaciones ni aperturas ni leches. No nos engañemos, Supertramp no han molado nunca. ¿No os da la voz de Roger Hodgson un repelús raro en la espalda, como si te pasaran un cubito de hielo por la rabadilla mientras un castor rasca los dientes en una pizarra? ¿No parece John Helliwell una especie de gurú new age capaz de arrancarte órganos vitales para hacerse una crema facial? ¡Brrrr! Supertramp eran empalagosos y, en grandes dosis, mortales, y ya tiene mérito el encargado musical del Informe Semanal de mediados de los 70 por haberle visto posibles de cortinilla a este fragmento de “Another Man’s Woman”. Jopé, si lo aceleras un poco, ¡suena a Goblin!

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MÁS ALLÁ

Si es que me parece estar viéndolo: los papás que se descuidan, el niño que en vez de irse a dormir se esconde detrás de un sofá y Más allá, bizarro programa encargado en la España post-boina de surtir al españolamen de paranormalidades y psicotronías, que empieza. Héte ahí el niño, sus retinas bañadas de tótems de Pascua, naves espaciales, mascotas de Cthulu y monstruos de ojos atómicos, todo mezclado en un siniestro revoltillo cósmico, telúrico y piradélico. El niño flipando. ¡Y la música! Un espeso magma de ecos y reverberaciones que sonaba como los Cosmic Jokers versioneando el “F/X” de Black Sabbath habiéndose comido tres kilos de amanita muscaria. No he podido confirmar si su autor era Michel Huygen, el de Neuronium, pero lo que sí sé es que al niño lo encontraron sus papás al día siguiente detrás del sofá, lleno de pelusas, los ojos en blanco, babeando. Nunca se recuperó.

LA CLAVE

Otros tiempos, sin duda, aquellos en que siete u ocho tipos de rostro adusto, bien trajeados y encorbatados, podían cargarse a sus espaldas un programa enterito debatiendo, o rajando, sobre política y sociedad mientras fumaban con absoluta impunidad a la vista del espectador y bajo techo. ¡Y no pasaba nada! Otros tiempos, ya digo. Tiempos en que un compositor de extracción clásica, el vizcaíno Carmelo Bernaola, podía dedicarse a componer homenajes a Bartók y quintetos para clarinete sabiendo que las garrofas no le iban a faltar gracias a sus trabajos para la televisión. Él fue quien hizo la sintonía de Verano azul y, con mis respetos para los difuntos, mal rayo le parta, pero también la de esa tensa, amenazadora, deslizante pesadilla en slow motion que es la de La Clave, un debate en el que siempre había un facha de Fuerza Nueva y cada dos por tres se hablaba del aborto. Tinoninonín… Poorrróoommm… Pa-parabá-pa-pa-pa-paaa…. “Esta noche vamos a hablar del aborto”.

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EL HOMBRE Y LA TIERRA

Antes de The Cute Show y sus gatitos jugando con ovillos de lana existía El hombre y la tierra y sus águilas del tamaño de un bombardero descalabrando cabras montesas contra unos riscos. Imagen mítica esa. La música, obra de otro compositor de jaez clásica, Antón García Abril –responsable asimismo del himno de Aragón; ¡supera eso!– perdura también en el cacumen colectivo porque es terriblemente enérgica, pegadiza, urgente y más selvática que el taparrabos de Tarzán, y su rítmica, para lo que era y es la televisión, extraña; no me pregunten si va a 5/4 o 7/8 o lo que sea, porque yo de esas cosas no distingo y a lo mejor la lío, pero que no era un 4/4, eso seguro. Tras semejante descarga, casi daba igual que Félix Rodríguez de la Fuente, un tipo cuyas facciones talladas a escoplo le vetarían hoy el paso a un estudio de televisión, triscara monte arriba en busca del azofaifo, el moñarruco, el unicejo o cualquier otra quimera cinegética. De lo que daban ganas era de ir a hacer de naturalista aficionado a la calle hasta que un felis silvestris sarnoso te saltara a la cara por acercarte demasiado. A uno le pasó.

PLANETA IMAGINARIO

Poco podía imaginar Debussy que su impresionista Arabesque nº 1 sería culpable, casi un siglo después, de que, en España, adultos hechos y derechos se convirtieran en gimoteantes gilipollas lagrimeando al recordar no sé qué demontre de programa infantil que veían cuando eran enanos y del que, por mucho que les preguntes, jamás recuerdan nada más allá de su música de cabecera. El Arabesque de Debussy, en efecto, aunque en versión electrónica de un japonés bajito y cabezón (como tú cuando eras niño; va, suelta la lagrimita) llamado Isao Tomita. No lo neguemos, tiene su encanto la melodía; te retrotrae y eso a un sitio en el que nunca has estado excepto en sueños, llama a ese sentido de la maravilla que creías extinto por los rigores de la vida, vuelve a ponerte en la piel de ese ser ingenuo capaz de creer en prodigios tales como una avioneta de cartón girando sobre su eje en el espacio… y es bonita, qué coño. Pero ver a personas adultas poniendo cara de estar experimentando al mismo tiempo una epifanía, una iluminación y un orgasmo mientras se les humedecen los ojos rememorando brumas de una infancia que a ti te la trae floja, pues como que incomoda.

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ESTUDIO ABIERTO

Disculpados estáis si creéis que esos arreglos de campanas, esos electrónicos efectos de frenada y esa guitarra con fuzz a lo “Wild Thing” de los Troggs son indisociables de la intro de Futurama. Después de todo, no es imperativo legal saber de la existencia de Estudio Abierto, un programa que en la televisión española de mediados de los 70 (con segunda época a inicios de los 80) hizo furor entre los telepacientes porque salían Bibi Andersen, niños cantores y bailaores que eran una ricura con sus trajecitos, la famosa entrevista a Uri Geller y un José María Íñigo estilizado, hombrón, carismático y todoterreno. Pero no está de más saberlo, como no está de más saber que, antes de Futurama, antes de Estudio Abierto, antes de Bibi Andersen, de Uri Geller y de los niños con un arte que no se pué aguantá, el francés Pierre Henry –un discípulo de Pierre Schaeffer, el inventor de la música concreta– componía en 1967 “Psyché Rock”, un conciso rock’n’roll bailable con todo tipo de efectos raros adosados. A Hawkwind fijo que les encanta. ¿La remezcla que hizo Fatboy Slim? Una mierda. ¡Que viva Íñigo!

INFORME SEMANAL, primeros 80

Con el cambio de década, los de Informe semanal se deshicieron en buena hora del fragmento de Supertramp, que ya empezaba a oler a requesón, y se pusieron a su manera las pilas recurriendo al supersonido de los 70, el de las boites, las bolas de espejo, las pistas de baile multicolores y la farla a tutiplén. Giorgio Moroder, un hombre que en cuestión de mostachos podía perfectamente competir con Íñigo, se lo había comido todo con ese I Feel Love que Donna Summer había puesto discovoz: sonaba en las discotecas, en las fiestas de pueblo, en los autos de choque. “¿Por qué no en Informe semanal?”, pensaron los muy lumbreras. Fantástico, y una idea aún mejor: los secuenciadores son baratos y licenciar un tema es caro, luego pillemos a cualquiera que nos arpegie una secuencia en un pispás y al Moroder y la Summer que los ondulen. ¡Dicho y hecho! Nunca un programa sobre reuniones políticas de alto copete y matanzas en el Líbano había tenido tanta marcha. I feel infoormed!

INFORME SEMANAL, actualidad

Aquí estamos. Fin de trayecto. Ese bajo sintetizado, esas trompetas sintéticas, ese resonante golpe de caja, esa melodía simplona… Sólo falta el sonido de la fusta cortando el aire en diagonal y el no menos resonante estallido contra la carne. ¡Aaargh! Veo en internet que el responsable de la banda sonora de nuestros tormentos finisemanales es Vangelis, ese griego con barbita de sanador homeópata y melenilla de setentón enrrollao. Seguro que ahora mismo está en su estudio, sus pies descalzos pisando moqueta, creando una textura cósmica pero carnosa que encajará como anillo al dedo con un piano de consulta de dentista que era el preset número 1 de un nuevo sinte polimórfico y poliespacial súper caro que le han regalado los de Kurzweill, los de Roland, los de Korg, los de Novation o quien sea para que componga una nueva e infalible melodía que dentro de dos o tres años pondrá fondo a nuestras humillaciones y castigos de los viernes. ¡Cabrón!