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Música

Escuchamos el “Siddharta” de ocho horas de Billy Corgan

Casi 15 años después de abandonar el trono del rock, Corgan sigue en aquel viaje de trascendencia espiritual que ha quitado todo el veneno que alguna vez hizo relevante a su música. Esta vez decidió ponerle banda sonora a la famosa novela de Hesse.

Veinte kilómetros al norte del centro de Chicago Billy Corgan está vendiendo boletas para una rifa. Con los ojos azules y muy abiertos él es la primera persona que veo cuando entro a Madame de ZuZu, una acogedora casa de té en Highland Park que abrió sus puertas en 2012. Es viernes 28 de febrero y hay expectativa. Con una boleta de $10 tendrás la oportunidad de participar en la rifa de la xerografía original del afiche del evento del día y atestiguar un show musical de ocho a nueve horas inspirado en la novela de Hermann Hesse, Siddharta, cuya prosa sonará en tiempo real por encima de la música. La impresión de bajo contraste de color gris se encuentra en exhibición en la parte delantera de la tienda. Billy le puso un sello, no la firmó, en la parte de atrás.

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Llego 45 minutos antes y ZuZu aún no está lleno, tomo un asiento vacío en una mesa donde alugunos extraños charlan mientras esperan. Un hombre con una cola de caballo dibuja un laberinto en papel pergamino, así se gana la vida, lo haría gratis, pero tiene una hija que mantener. También tiene un libro que venden en Target y un negocio con una celebridad de alto perfil de la que no puede hablar por el momento. Es de Oregon y se habría mudado allí, de no ser porque tiene que compartir la custodia de su hija de 2 años con su ex, que vive en los suburbios del norte. Por la noche se despierta temblando, nos dice, porque no hay montañas en Illinois.

De los suburbios de Chicago, Highland Park podría presumir su movida contracultural como la más fuerte. Las librerías y tiendas musicales prosperan junto con las tiendas de artesanías. Un montón de gente toca en bandas. Los adolescentes y adultos jóvenes usan lo que los niños mendigaban en las tiendas de segunda mano hace unos años, y durante el toque de Billy vi unos seis pares de orejas con expansiones. Mientras manejaba vi un letrero de LED publicitando próximos eventos patrocinados por la Orchid Society de Chicago. Manejé por jardines helados por la nieve de un club de campo. Pasé a una mujer blanca en un Jaguar negro con una placa que decía "Guantes" .

Además de rifar entradas, Billy ofrece canastas de regalos envueltos en celofán de té "elixir” edición limitada, camisetas impresas especialmente para el evento ($60, se venden en frascos de vidrio) y camisetas de edición estándar Madame ZuZu ($30, sin frasco). Dice que el aloe de su propio jardín está a la venta: $10 por bolsa. Antigüedades orientales kitsch también pueden adquirirse. Etiquetas de precios cuelgan de los cuellos de las geishas de cerámica.

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El evento estaba anunciado para el mediodía, pero a esa hora Billy está empezando a montar. Empieza a mover botones alrededor de la sala de máquinas que ocupa la parte delantera de la tienda. Cajones de sintetizadores modulares se apilan hacia el techo, tapando la luz del sol. Cuento siete cajones, y luego están los pedales de efectos, tarjetas de sonido, pre-amplificadores y otros bloques llenos de tomas y diales. Un Roland SH-7 sobre un soporte se ve diminuto al lado del resto.

Mientras Billy juega con los botones, una de las meseras reparte programas impresos en cartulina. Una chica joven y delgada con tacones bajos, un vestido suelto y una camisa de malla con un león chino impreso en la espalda. Le pregunta a cada miembro del público, de forma individual, si desean información sobre el evento antes de entregar el programa, donde la declaración mal puntuada de un artista reza:

"MI ESPERANZA ES EMBARCARNOS EN UN VIAJE MUSICAL; NO EN LA CANCIÓN, SINO EN LA EXPLORACIÓN DEL ESPACIO TEXTURADO QUE YACE TRAS ESTA POTENTE Y EMOTIVA PROSA Y COMO TANTOS DESTELLOS EN EL OJO MENTAL, CAPTURAR AQUELLO QUE ES SIEMPRE CAMBIANTE, PERO INMÓVIL".

Me tomo un té verde de $6 mientras escucho al dibujante de laberintos y a su nuevo amigo ingeniero de granjas quejándose sobre el divorcio. El té viene en una jarra de vidrio pequeña que se supone que se vierte en una pequeña taza de porcelana. No sé mucho sobre el té, pero creo que el verde se supone que es delicado, debe prepararse a una temperatura inferior al negro, y no debe dejarse en infusión por mucho tiempo. Este verde apesta, sabe a una mezcla de achicoria y pólvora.

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Es la una de la tarde cuando Billy está listo. Nadie introduce el evento. La mesera les pide a todos que apaguen sus teléfonos (totalmente apagados, no en modo avión, si te ve utilizando un teléfono te pedirá que te vayas, los equipos son muy sensibles) y luego uno de los dos técnicos de sonido le pone play a un MacBook. El primer capítulo de Siddhartha de Hermann Hesse, leído por Adrian Praetzellis para LibriVox en 2008, suena por los parlantes.

Tal vez era ingenuo de mi parte, pero yo había asumido que Billy iba a leer el libro todo el día. La propaganda del evento decía que "la lectura del texto" acompañaría "todo lo que se crearía", y tal vez soy quisquilloso, pero si se anuncia algo como una lectura, están dando a entender que será en vivo. Tenía la esperanza de que Billy iba a derrochar su fama y a empezar leyendo un tomo desgastado, encuadernado en cuero, muy querido por él. Sin embargo, aquí estoy, escuchando a un archivo .mp3 de un profesor de Inglés recitando la prosa de Hesse, esperando que algo suceda.

Toma un tiempo. Billy pasa los primeros 20 minutos conectando cables en los cajones. Hala los cables de una maraña a sus pies, arrastrando todo un enredo de cables y sacando uno de los cables del nudo. Me recuerda a un niño jugando con uno de esos kits electrónicos que se supone que te encarretaban con la ciencia a una edad temprana. Está vestido con pantalones grises y un saco de rayas que es una talla, o dos, más pequeño, así que cada vez que se inclina se le ve la espalda baja y el culo sobre la audiencia. Su alcancía se le sale de la ropa. A lo largo de la actuación, se sube compulsivamente los pantalones. Es calvo y nervioso, un Charlie Brown gigante.

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Lo primero que escuchamos suena como un abejorro ahogándose en magma. Una única nota suena durante media hora mientras el audiolibro sigue. Por ahora, los cables cubren los sintetizadores como musgo español. A los 45 minutos, Billy encuentra un ritmo, garabatos de sonido al estilo de "La dimensión desconocida", revolotean sobre un arpegio de bajo grime. Se estira para incluir al Roland en la mezcla, y cuando lo logra suena como una pequeña alma en pena. Picotea la teclas con sus índices, disparando sonidos estridentes en la habitación.

Sus técnicos ajustan los niveles a medida que avanza, pero al poco tiempo es claro que ninguna maniobra va a cambiar el hecho de que Billy conectó al menos ocho sintetizadores análogos en dos parlantes diseñados para abrir noches de poesía. Cada uno se eleva alrededor de 60cm sobre el piso y crepita incesantemente. No hay subwoofer. El bajo está condenado a sonar como un pedo húmedo.

El sonido es lento y constante, llenando largas pausas entre capítulos del audiolibro. Mamás rubias y alisadas y papás salt n’ pepper se cuelan en el lugar, pero nadie con niños se queda mucho tiempo. Los niños en edad preescolar se quejan y lloran por el ruido. Antes de partir, el padre a mi lado promete a su hosco hijo de 10 años que pueden ir a cualquier lugar que él quiera a cenar, para compensarlo por haber escuchado esta música. La alcaldesa de Highland Park, Nancy Rotering, está aquí, con un collar de perlas, observando con cuidado.

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Creo que las horas van pasando. No hay reloj en la tienda y tengo miedo de sacar mi teléfono. En algún momento se les pide a los clientes hacer espacio para las personas que han estado esperando afuera en el frío. Una nueva multitud se forma a mi alrededor mientras yo me quedo quieto. La mesera con la camisa del león no se da cuenta de que he estado allí desde el principio. En este purgatorio húmedo de sintetizadores, papel tapiz rojo y suelos de comedor a cuadros, el tiempo está marcado por acontecimientos que se repiten: un capítulo termina, a inicios de capítulo los técnicos cambian los carretes, la mesera le trae a Billy un gran vaso plástico de té verde helado. En un momento, le trae té caliente, que él rechaza. Ella regresa con té helado y le frota suavemente la espalda mientras se lo entrega.

En un momento, Billy corta la música, a continuación pasa diez minutos tratando de construir un arpegio débil. No sé si está escuchando el libro. De hecho no sé si está familiarizado con el libro. Adorna un pasaje en el que Siddhartha anhela la muerte con chirridos brillantes, felices, que podrían haber sido hechos con una tarjeta de sonido de PC en 1994. Siddhartha tiene relaciones sexuales por primera vez al estruendo de los órganos del sistema digestivo de un antiguo mamífero. Siddhartha presencia la muerte de su amigo mientras una casa fragil es derrumbada a patadas. Siddhartha se esfuerza por lograr la iluminación mientras que un tema de los años 80 rebota en el aire. Sobre todo, me siento como si un amable caballero Inglés me estuviera leyendo un cuento muy largo antes de dormir en la sala de máquinas de un transatlántico.

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Durante mucho tiempo, las neurosis del manager mormón de Billy son la cosa más interesante en el lugar. Está dirigiendo la transmisión en vivo y cada media hora le manda correos electrónicos a un amigo que está observando a distancia para asegurarse de que suena bien. Intenta transmitir una línea directa desde la tarjeta de sonido, pero cambia de nuevo a un micrófono USB después de que su amigo le escribe que el audio suena distorsionado. Más tarde veo al manager de marca leer un post negativo sobre el toque con una mano sobre su boca abierta. Busca nuevos resultados en Google para “Smashing Pumpkins” o “Billy Corgan". Borra los comentarios malos sobre la transmisión de la página de Facebook de Smashing Pumpkins.

Billy está concentrado. No mira a la audiencia. Un hombre intenta darle la mano al salir y Billy lo saluda a la distancia. Mueve botones, enchufa y desenchufa los cables, molesta con las teclas. A veces se frota las sienes como si le hubieran pedido hace una cirugía invasiva y sin haber pasado biología en bachillerato. El guitarrista de Smashing Pumpkins, Jeff Schroeder, conecta una Stratocaster chimba a través de los sintetizadores en un punto. Finalmente el sol se pone.

Claramente Billy es muy querido aquí. En Chicago lo habrían interrumpido o el lugar se habría desocupado rápidamente. En Highland Park los aficionados lo observan durante horas y luego vuelven a hacer fila en el frío para verlo un poco más. Los transeúntes miran a través de la ventana y exclaman: "¡Es Billy!". Después de clases, una multitud de adolescentes espera para pasar su noche de viernes en su presencia. Parece que es la única oportunidad de Madame ZuZu de vender té al precio de cerveza a costa de la esperanza de los clientes de verlo. La posibilidad de que Billy esté incluido en el precio de una taza. Es un héroe local, una mascota, un ícono.

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A las 7 se pillan que he estado acampando. Camisa del león dice que tengo que salir y se pone nerviosa cuando me hago el lento. No creo que alguna vez haya sido anfitriona de un concierto o manejado un café antes. Lleva delineador grueso y una capa de polvos sobre su acné. No parece tener mucho más de 20.

Salgo hacia el invierno, me uno a un grupo de niños de alrededor de 12 años que han estado esperando por más de una hora. El libro terminó pero todavía puedo escuchar la música. Puedo ver la cara de Billy mejor ahora, con el ceño fruncido, su mirada de concentración mientras hace ajustes minimos a la pared de perillas. Hablo con un par de adolescentes que señalan que por lo general una noche de viernes esto está muerto. La forma de mirar a la tienda de la gente que pasa me da la sensación de que no suele haber tanta gente en un lugar público a la vez en Highland Park.

Ahora que estoy aún más cerca de los instrumentos soy libre de sacar mi teléfono, así que me pongo al día en Twitter. Me río de Dan Lopatin, que ha estado tuiteando borracho la transmisión. Internet está de acuerdo en que todo esto apesta. La gente aquí lo está amando. Hablo con algunos Highland Parkers cuando salen y dicen palabras como "meditación", "relax", "impresionante", "trance".

Este es un lugar seguro para Billy Corgan, donde nadie, ni siquiera los extraños, le dirán "no".

Mientras estoy fuera unos VIP’s se cuelan. Es evidente que son amigos de Billy ya que el personal no les pide que se vayan. La alcaldesa todavía está aquí, al igual que el tipo que le vendió a Billy su equipo análogo-falso vintage, que parece agotado. La gente de la fila se molesta. Finalmente, después de que una gran cantidad de gente se va, una mujer exasperada de pelo rosado y medias de Star Wars Episodio IV nos deja entrar con la condición de que compremos más té. Escojo una mezcla de "Miel de Almendras" que se ve y sabe como ponche de frutas dietético.

Billy agoniza con un groove raro, orgánico, ya superó la etapa de banda sonora publicitaria que escuchaba a través del vidrio antes. Suena como el aliento de un extraterrestre. De hecho, suena bastante bien. Ya no está reventando los parlantes, y el libro, por fortuna, ya se acabó. El sonido va bajando. Se termina. Billy se da vuelta y dice: "Finito". El público, aún embalado, aplaude.

Se toma cinco minutos para responder preguntas y para hablar de su proceso. Usa términos muy simples para describir los montones de tecnología detrás de él, como si estuviera tratando de hacer que fuera fácil de entender. Intenta ser modesto ("Utilicé éstos en mi álbum, que nadie compró") sólo cuando sabe que va a estar en contradicción ("¡Lo hice!"). Lo quieren mucho y él todavía nervioso. Dice cosas como: "He aprendido más cosas de estar en el escenario que de cualquier otra cosa en mi vida" y "Lo siguiente que quiero hacer es 'On the road'. Ata su suéter sobre los hombros, saca una bolsa de plástico de pretzels del bolsillo de la chaqueta y empieza a picar. Entonces, finalmente, ahora que cada vez hay menos gente y el ganador de la rifa ha sido escogido y Camisa del león está gritando que cierran en 10 min, por último, William Patrick Corgan va al baño.

Sasha Geffen es una chica cool. Síguela en Twitter. - @sashageffen