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Música

"Agua profunda", la nueva marea del pop chileno

Un himno de oscuridad electropop que sólo mejora con cada escucha.

Los cuatro bastiones del electropop chileno, Sofía Oportot, La Entrópica, Ignacio Redard y Namuel se reúnen en “Agua Profunda”, una canción que mezcla las mejores letras con los sintetizadores de una escuela del electropop que inundarán no sólo las calles de Santiago de Chile, sino de toda Latinoamérica.

Con una cuidada y pulcra estética citadina, más cercana a Batman que a las postales turísticas del capitalino río Mapocho, el video dirigido por el cineasta Roberto Doveris (Las Plantas, 2015) es un recorrido callejero por Santiago Centro.

“Somos una versión oscura de las Spice Girls” comenta Namuel. Desde calle Merced a calle Portugal deambulan sonidos y una Sofía Oportot de botas con tacón de aguja tomando vuelo sobre un skate. En medio de ese cruce, entre la cultura urbana y la electrónica, vemos una convención de pop chileno que hereda el trabajo de Lulú Jam, el trabajo en Plugin de Ignacio Redard, el pop oscuro de La Entrópica y el desenfado teen de Namuel. En este acuerdo tácito, el colectivo exhibe su fuerza y poderosa red que, de la mano de los beats y sintetizadores, dibujan un coro que se queda en la cabeza como tic. Hablamos de un single con tintes de hit que, embarcado en una lírica emocional y personal, exhibe lo que está “en lo profundo de ti / en lo superficial que puedo ser para ti” al ritmo cortado de movimientos de cabeza, hombros y caderas.

“Agua Profunda” nace de la amistad y admiración entre los cuatro, quienes luego de la producción de Temporada Alta de Lulú Jam (2015) decidieron retomar esta canción, invitar a Namuel y grabar lo que sería una reunión histórica de ese pop independiente que nutre a gran parte de la escena pop comercial chilena.

Cuatro caminos que se salen de las tinieblas de un pensamiento, de una escena y de una generación, para inundar una ciudad que les pertenece. Tal y como a Santiago le pertenece ese río basural; tal y como la ciudad latinoamericana del hipercapitalismo está cruzada por un río donde los desechos humanos nos recuerdan que la música, así como sus producciones, no pueden ver la luz si no es saliendo a la calle, atendiendo el contexto, provocando una experiencia que no se agote en lo meramente auditivo.