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Cultură

Días de TV en la Sierra Maestra de Cuba

En San Pablo de Yao, Cuba, se encuentra el centro de operaciones de Televisión Serrana. En su centro están las historias de la gente, contadas por ellos mismos.

Todas las fotos de Juanro Mascardi.

—Al escuchar su acento pienso que el Che Guevara hablaba así.

Puede que el Che se haya comido las eses o puede que "hasha" entonado las ygriegas con la misma pronunciación con la que algunos argentinos enunciamos la palabra show. Puede que sí, puede que no. Pero el médico moreno, cuarentón y de chaqueta verde que atiende en el único consultorio del pequeño poblado de San Pablo de Yao, en las elevaciones de la Sierra Maestra de Cuba, imagina que la cadencia de mi acento es similar a la del líder revolucionario.

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Puede ser el que el Che hablara como yo. Pero tengo la misma esencia revolucionaria que el payaso de McDonald's. Lo pienso, más no se le digo. En cambio, para generar empatía y con el deseo de que su diagnóstico acierte y pueda comenzar a recuperarme de una intoxicación que me dejó dieciséis horas en cama, replico: "el Che nació en la misma ciudad en donde vivo: Rosario". El médico sonríe levemente, me trae unas sales efervescentes porque considera que estoy al borde de la deshidratación y me receta dos remedios.

Son las 5:35 de un miércoles de abril del 2016. Es una tarde húmeda en las selváticas montañas. La única farmacia que hay en el pueblo, justo frente a una plaza de cemento, cierra a las seis. "¡Apúrese! ¡Y si se siente peor, mañana venga acompañado!". Las advertencias entre signos de admiración y en tono imperativo me hacen sentir que estoy jodido. Pero una última pregunta aparece como una epifanía:

—¿A usted lo sobaron?

—Me curaron el empacho, pero no me sobaron. ¿Cómo se hace eso?

—Pregunte a la persona que le curó el empacho. Le va a venir bien y espero que no regrese mañana.

—Gracias doctor, ¿cuánto es?

—Nada, por favor. Lo dejo a cuenta del Che Guevara.


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Marlenis Cabrera está preparando la cena en una cocina con fuego a leña: arroz moro y pollo frito. Hace diez años que ingresó para una suplencia de 15 días en Televisión Serrana y desde aquel día nunca más se fue. Durante la mañana, luego del café negro, me curó el empacho entre medio de oraciones susurradas, señales de cruces en la espalda y una cinta que marcó mi indigestión en el centro de la frente. Regreso de la farmacia con las sales, con el Metronidazol en pastillas y con el consejo sugerido por el doctor Jesús Rafael Martínez Vázquez: es hora de que me soben.

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Desde las seis de la mañana hasta las ocho de la noche Marlenis realiza su turno en la cocina junto a la mulata Marisa Montero. La cocina funciona según el movimiento que haya en la televisora comunitaria. En la productora, que nació hace 23 años con el objetivo de narrar la vida del campesinado en las sierras, se suelen recibir distintos tipos de delegaciones como ahora: entre estudiantes y docentes de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de Cuba somos más de veinte personas que viajamos a realizar distintos tipos de ejercicios audiovisuales y transmediales.

Marlenis nació en la montaña pero ahora vive en San Pablo de Yao, a diez minutos de TV Serrana, junto con su madre, dos hermanos, cuatro hijos: "dos hembras y dos varones", y seis nietos. Abandona el pollo frito por un momento, se sienta, subo mi pierna flexionada en su falda y con el mismo aceite que fríe el pollo me embadurna mi gemelo derecho. Con ambas manos empieza una frotación muscular. Tenue y suave al principio. Luego sus dedos son tan intensos como los de un pianista desaforado. Salto, grito, tiemblo, me estremezco y poco a poco me alivio. Mis músculos están tensos y tiesos. La sanación arranca cuatro días después de haber llegado al pico de un monte donde se forja unos de los proyectos de comunicación popular más innovadores de Latinoamérica: la Televisión Serrana.

La noche anterior

En una de las elevaciones de San Pablo de Yao se encuentra el centro de operaciones de Televisión Serrana. Rodeados por ríos que no cesan en su canto de cascadas, largartijas que se pasean como mascotas sin dueño y una vegetación tupida que se cuela entre los caminitos que circundan el edificio de una planta, llegamos a un mirador a contemplar un horizonte que se esconde detrás de las montañas. La tradición indica que los visitantes deben ir allí antes de desempacar las maletas, ya que ese sitio está considerado como purificador de las almas. Estamos en ronda: hay café, ron, cigarros y un extenso diálogo que navega entre la realización audiovisual y los dibujitos animados soviéticos que los cubanos miraban en su infancia.

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Luis Ángel Guevara Polanco es el actual Director General del proyecto que nació en 1993, de la mano del cineasta cubano Daniel Diez, cuando se le ocurrió la inverosímil idea de diseñar una televisora en una comunidad alejada del centro metropolitano de La Habana. El objetivo: retratar a la comunidad desde el mismo lugar en donde se generan las historias. Que los protagonistas se transformen en decisores de sus historias. Que la televisión no narre "al otro" como extraño sino como a un par. Que la televisora no emita sino que produzca y que las primeras proyecciones sucedan en el mismo sitio que originó la grabación.

Luis repasa las máximas de la tele comunitaria 23 años después y recuerda su ingreso: "Abandoné mi carrera de medicina y veterinaria, luego estudié Hotelería y Turismo en Bayamo hasta que un día vine a visitar a mi madre y vi un cartel pegado en el restorán del pueblo que decía: 'Preparación para jóvenes en Televisión Serrana'". Una semana después Luis se presentó junto a 60 postulantes de los tres municipios de la Sierra Maestra y quedó entre los 15 preseleccionados. Para afrontar los gastos, el hijo del chofer de la guagua del pueblo armó un carro de fritas y se puso a vender en la calle. Su transformación como vendedor ambulante fue el estímulo, la inversión y la receta para mantener a su familia mientras se capacitaba los fines de semana en la nueva generación de trabajadores de la TV Serrana. Hasta que no aguantó más.

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—Mire Daniel, necesito mantener a mi familia.

—Luis, despreocúpese. Usted el 1 de octubre comienza en Televisión Serrana.

Era 1996. Un año bisiesto declarado 'Año Internacional para la Erradicación de la Pobreza' por las Naciones Unidas. Pero en Cuba el Período Especial en Tiempos de Paz que había comenzado luego del colapso de la Unión Soviética en 1991 pegaba sus coletazos. Y mucho más en la lejanía de las grandes urbes. La crisis económica más el recrudecimiento del embargo norteamericano eran un combo extremo que no sólo se sentía en las restricciones de los combustibles y el racionamiento de alimentos.

Mientras el gobierno de Fidel Castro procuraba mantener los indicadores sociales como educación, salud y seguridad en los niveles de los países del Primer Mundo, en los hogares cubanos faltaba de todo. En ese marco, el hijo de un chofer de guagua y de una costurera ingresa para formarse en Televisión Serrana. Luis dirá que tenía en su genética el chip de la tele y la fotografía, ya que mientras realizaba el servicio militar se desempeñó como proyectorista de viejas películas en 16 milímetros. Luis recordará su primer viaje en avión a La Habana: cuando fue a recibir un premio por un documental. Luis dirá que se puede soñar más allá del lugar en donde se nace, lejos de las metrópolis donde se cocinan no sólo las decisiones políticas sino también desde donde se narran los márgenes de las sociedades. Luis estaba en todos los márgenes hasta que el 1 de octubre del 96 se puso en el centro.

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Cuando el margen es el centro

En el centro de Televisión Serrana están las historias. La gente y sus historias, contadas por ellos mismos. "La imagen se queda siempre en la comunidad. Esta es tu imagen. Esta es la conservación de tu imagen. A mí las personas me conocen. Yo soy hijo de uno de los choferes de guagua más viejos del pueblo. Cuando digo: soy hijo de Felo, todo el mundo me conoce. Soy el hermano de Alfredo, otro guagüero más. Y mi madre es costurera. Y así pasa con todo el mundo: los sonidistas, los productores, los asistentes", dice Luis. Las historias de Televisión Serrana son propiedad de las personas que se autonarran.


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El hombre que abandonó la veterinaria y la hotelería, y que participó en más de 270 producciones entre reportajes y documentales —en la mayoría de ellos como director de fotografía— ha ganado varios premios y reconocimientos en diferentes festivales como Almacén de la Imagen, Santiago Álvarez in Memoriam, Festival de Telecentros o la Muestra de Jóvenes Realizadores. Está sentado en ronda junto a un grupo de estudiantes y profesores de la EICTV, en el mirador de la TV Serrana, la medianoche antes de mi intoxicación. "Aquí te enseñaban a ver tu propio mundo. A ir siempre de lo particular a lo universal", recuerda. Desde hace doce horas existe un corte de energía y las luces de los celulares funcionan como linternas para llegar hasta el espacio sagrado, el mirador de la TV Serrana.

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Realidad que se modifica

El proyecto fue una tabla de salvación. Mientras la crisis azotaba en los platos vacíos y en el racionamiento extremo de lo material, la capacidad de contar una historia no sólo se centraba en la posibilidad de retratar la vida sino también de modificarla. El cine documental como instrumento de cambio. Incluso con la incorporación de elementos tan extraños como innovadores: siempre es bueno tener una cuchufleta a mano. La Cuchufleta es un documental de Guevara que trata sobre la instalación de una máquina rudimentaria que produce electricidad y esto sirve para que un grupo de guajiros que viven en la lejanía de la Sierra Maestra puedan ver televisión o escuchar radio. Sus historias son circulares, centrífugas, hombres y mujeres del audiovisual rodando en un espacio que puja hasta por la energía eléctrica. Lo particular es el universo, la comunidad es el mundo.

Faltan seis horas para que el coro de gallos retumbe entre las montañas anunciando un nuevo amanecer. Faltan seis horas para que Marlenis y el equipo de cocineras preparen el café molido del desayuno. Con ese olor da inicio un nuevo día de trabajo. La cocinera que me salvó la vida sobándome por prescripción médica me ha dicho que desde la llegada de TV Serrana ha habido cambios en San Pablo de Yao. "Antes las calles no tenían asfalto. Ahora hay más cultura porque la TV convoca a los niños a hacer juegos, les ponen documentales para que los vea el todo el pueblo".

Las cocineras dicen que nunca fueron protagonistas de ningún documental pero que sí aparecieron cuando los cineastas han realizado "cruzadas" en la montaña proyectando y grabando historias: "Nos agarran trabajando y salimos en el making-of". En el detrás de escena de Televisión Serrana hay tanta historia como en los 600 documentales que han producido en 23 años. Tal vez porque el proyecto no tiene bambalinas, no hay un adelante ni un detrás de cámaras. Porque como en la vida, la realidad que se narra no es una escenificación para el lente sino una historia que se construye antes de que llegue el narrador: una historia que sigue siendo cuando el narrador se marcha.

Esta es una pieza inédita del periodista argentino Juanro Mascardi, quien recientemente publicó la recopilación de crónicas Ni tan héroes, ni tan locos, ni tan solitarios.