El inicio de la preparatoria y de un tratamiento con hormonas: un día en la vida de una adolescente transgénero

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El inicio de la preparatoria y de un tratamiento con hormonas: un día en la vida de una adolescente transgénero

Maya decidió que su último día en la secundaria sería también su último día como hombre, y con el apoyo de sus padre comenzó un tratamiento de hormonas a los 14 años.

Este artículo fue publicado originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.

El 8 de septiembre a las 5:45AM, Maya DeLong, de 14 años de edad, se despertó para ir a su primer día de preparatoria. Se levantó de la cama, tomó una ducha y se vistió. Se puso una playera color lavanda de la banda Death Cab for Cutie (un regalo que la había dado su padre el viernes pasado), unos pantalones de mezclilla y unos calcetines azul cielo. Bajó las escaleras y desayunó cereal. Se sentó con su madre Susan y con su padre Bill en la cocina de su casa en Durham, Maine. La casa está llena de muebles antiguos de madera. Piedras y cristales de mar decoran las ventanas. Un remo con astillas cuelga en la pared. Una típica casa de playa.

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Después del desayuno, Susan y Bill llevaron a Maya al patio delantero para una fotografía del primer día de escuela, un ritual que realizan cada año desde el jardín de niños. Maya apoyó su pie sobre una roca, apoyó su mano izquierda en su cintura y Susan tomó la foto.

Sin embargo, la fotografía de este año fue diferente a las anteriores, las otras habían sido de Ben. En junio, en su último día de secundaria, Maya había declarado públicamente que era transgénero y esa mañana de septiembre, iba a asistir a la escuela, por primera vez, como mujer.

De camino al trabajo, Susan dejó a Maya en la preparatoria Waynflete en Portland, una escuela privada, diferente a las secundarias en las que Maya había ido antes de su transición pública. Al ser una estudiante precoz, con interés por las matemáticas y las ciencias, parecía que Maya iba a ser bien recibida por el cuerpo estudiantil en Waynflete. La escuela tiene una reputación positiva por parte de los estudiantes transgénero que estudiaron allí, y se ha convertido en una de las instituciones educativas más amigables con las personas transgénero en el estado, un derivado de la postura progresista de Portland en cuanto a las personas LGBTTTI. (A principios de este año, Nicole Maines, una estudiante transexual de último año en Waynflete, ganó el premio del Fondo de las Mujeres de Maine por "tener una victoria histórica que sirvió como punto de referencia para los derechos de las personas transgénero en los EU". Debido a que en su antigua escuela la obligaban a usar un baño especial en lugar del de niñas, ella y su familia presentaron una demanda contra la escuela y la cambiaron de preparatoria a Waynflete, donde le dieron la bienvenida.

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De camino a la preparatoria, Maya se puso sus audífonos y escuchaba su música favorita: Pilots, All Time Low, Fall Out Boy, Imagine Dragons. Esta música la tranquilizaba. Conforme Susan se orillaba para dejar a Maya, ésta se repetía a sí misma, "Puedo hacerlo, puedo hacerlo, puedo hacerlo".

Ser una adolescente transexual no es nada fácil. De acuerdo con el Programa de Prevención del Suicidio Adolescente de EU, más del 50 por ciento de los adolescentes transgénero intentaron suicidarse antes de los 20 años de edad. La lucha por entender su disforia de género en conjunto con la falta de apoyo familiar, ha orillado a muchos jóvenes transgénero a irse de sus casas. Cuarenta por ciento de los jóvenes sin hogar son transgénero, y un 90 por ciento se va de sus casas debido al rechazo o repudio familiar. Muchos padres no tienen la educación adecuada para entender la disforia de género de sus hijos, y muchos prefieren que el niño reprima sus sentimientos a tener que lidiar con la situación.

La falta de aceptación en las escuelas es más alarmante, el 90 por ciento de los adolescentes transgénero son agredidos verbalmente por sus compañeros en las escuelas y 76 por ciento experimenta acoso sexual. A causa de la falta de apoyo, económica o emocional, muchos jóvenes transgénero no pueden llevar a cabo una transformación médica hasta que cumplen la mayoría de edad y, por lo tanto, no hay muchos datos para comparar el total de adolescentes transgénero con el total de personas que se someten a una terapia hormonal. El tratamiento médico para jóvenes transgénero menores de edad es prácticamente algo nuevo, y es hasta apenas tres años atrás que los hospitales pediátricos comenzaron a utilizar hormonas con los jóvenes transgénero. En 2012, la Asociación Mundial de Profesionales para la Salud de personas Transgénero (WPATH, por sus siglas en inglés) dio a conocer una serie de pautas que recomiendan que los chicos transgénero tomen una terapia hormonal a los 14 años, para que puedan entrar en la pubertad de su género elegido al mismo tiempo que sus compañeros. Éste era el plan de Maya y sus padres.

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Susan y Bill, sus padres, se rieron de la carta de Maya pues creyeron que era una simple broma del día de los inocentes.

A pesar de contar con el apoyo de sus padres, a Maya no le fue fácil salir del clóset. En 2013, cuando tenía 12 años, Maya comenzó a identificarse con el género femenino. Tenía la sensación de que algo no estaba del todo bien biológicamente, y después de casi un año de investigación en internet, Maya decidió escribirle una carta a sus padres. "Quería escribir mi propia carta, pero terminé copiando y pegando algunas cosas que encontré en internet", dijo Maya. "Mi redacción y tono estaban tan mal que parecía una broma". No ayudó mucho que Maya la haya puesto debajo de la almohada de su padre el 31 de marzo. Él no lo vio hasta el día siguiente: el día de los inocentes. Susan y Bill, sus padres, se rieron de la carta de Maya pues creyeron que era una simple broma del día de los inocentes. Maya escondió sus sentimientos después de que no la tomaron en serio. Sería un año más tarde que ella volvería a hablar sobre el tema.

Luego, en un día soleado de primavera en mayo de 2014, Susan llevó a Maya a una cita médica de rutina. Maya había planeado decirle a Susan ese día. Ella se había estado preparando durante semanas. Pero, ¿qué le iba a decir? ¿Cómo se lo iba a decir? ¿Cómo podía hacer que sus padres entendieran? Cuando iban entrando el estacionamiento, Maya lo soltó todo. "Mamá, soy transgénero". Maya se dio la vuelta y golpeó su cara contra el reposacabezas de cuero del asiento delantero. Maya comenzó a llorar. "Yo no sabía cómo procesarlo. Yo no sabía qué hacer", dijo Maya.

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Susan había sospechado que el primer intento de Maya para salir del clóset (la carta) había tenido una pizca de verdad. "Al crecer, no era muy físico, no le gustaba mojarse si no era necesario", dijo Susan. "No creí que fuese gay ni nada por el estilo, simplemente no era demasiado masculino". Aunque Maya no recuerda esta conversación, cuando tenía 10 años se acercó a Susan y le preguntó si una persona podría haber nacido en el cuerpo equivocado. Susan le explicó lo que significaba transgénero, pero no era como si un foco se le hubiera encendido en la cabeza a Maya. "Muchos chicos transgénero dirían: 'Oh, yo siempre supe que era una niña'. Yo no sentí eso", dijo Maya. "Me sentí bastante bien hasta 2012. Después fue como, '¿Qué está pasando ?'". Sin embargo, de pequeña, cuando era niño, a Maya le gustaba jugar y fantasear con que era una sirena. "Tal vez era porque estaba tratando de escapar de mi cuerpo masculino", dijo, "pero yo no lo sabía en ese entonces".

Cuando Susan llamó a Bill, quien estaba en el trabajo, para compartirle la noticia de que Maya oficialmente había dicho que era transgénero, él estaba devastado y confundido. Estaba preocupado no sólo por el bienestar de Maya, sino también por su propio bien. ¿Qué dirían sus padres conservadores en Minnesota? Bill estuvo en la marina por más de 20 años, y muchos de sus amigos también son ex-militares. ¿Lo aceptarán? Él estaba asustado. "No puedo con esto", dijo Susan, sintiéndose impotente. Llamó a su hermana Margaret, cuyo hijo se había declarado gay diez años antes, en busca de apoyo.

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Estábamos abrumados. Pero como padre te llegas a adaptar.

Margaret también entendió la conexión biológica de Bill con el género de nacimiento de Maya. "Bill sintió que estaba perdiendo un poco a su hijo", dijo. La falta de preparación de los padres es algo común cuando un hijo se declara transgénero. No saben por dónde empezar. Pero lo más difícil de sobrellevar es el duelo por el que el padre con el mismo sexo del hijo tiene que pasar, no sólo por la identidad que el niño está dejando atrás, sino también la pérdida de la capacidad de los padres de vivir a través de ellos. "A menudo me encuentro con que los papás son los que tienen más dificultades para aceptar que su hijo es transgénero", dijo Susan Maasch, fundadora de la Fundación por la Igualdad de la Juventud Transgénero (TYEF, por sus siglas en inglés). "Muchos sufren demasiado, y hay otros que no. Los que no lo hacen reconocen que su hijo fue una chica todo el tiempo, que nació de esa manera".

El género de nacimiento de un hijo puede ser una faceta importante de cómo un padre ve a su hijo como una extensión de sí mismo. Un padre va a invertir mucho de su propio ego en un hijo: es quien va a llevar el nombre de la familia, un poco de sí mismo va a vivir a través de su hijo. Y entonces el niño, desde el punto de vista de su padre, renuncia a todo eso. Si Ben desapareció, ¿entonces también los recuerdos de él como niño desaparecerán? Cuando construyeron una fortaleza en su patio trasero, cuando talaron juntos una espada en madera, la necesidad de entender su amor por los videojuegos y la música punk pop, las ansias de que Ben tuviera su primera novia. ¿Podría ser igualmente un buen padre para Maya como lo fue para Ben? ¿Estaría orgulloso de ella? ¿Estaría orgulloso de sí mismo? A pesar de que Maya sigue siendo su sangre y de que su amor incondicional sigue ahí, independientemente de su género, Bill sintió, de alguna manera, que estaba perdiendo a su hijo.

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Susan también sufrió con la noticia. En las primeras semanas, varias veces se ponía a gritar. Y, al igual que Bill, sus padres eran conservadores. Recordaba los comentarios que su padrastro hacía sobre los homosexuales, y Maya siempre había sido como que la oveja negra de la familia entre sus primos. Existía la posibilidad de que a pesar de que Maya se estaba aceptando a sí misma, su familia podría ponerle algunas trabas. Bill le había mencionado a Susan que tal vez lo mejor era esperar a que Maya cumpliera 18 años para comenzar a referirse públicamente como mujer, que tal vez era la opción más segura para todos. Susan no quería decir sí ni no. No sabía mucho acerca de los jóvenes transgénero y quería investigar antes de tomar cualquier decisión. "No sabíamos lo que debíamos hacer", dijo Susan. "Estábamos abrumados. Pero como padre te llegas a adaptar". Maya les insistió para que le permitieran comenzar con la transición de inmediato. No tenían que decirle de inmediato a toda la familia. Maya quería tomar inhibidores de hormonas y estrógenos para que con suerte se convirtiese en chica antes de que empezara la secundaria. Susan y Bill decidieron hacer lo que Maya quería y de inmediato comenzaron a referirse a ella por su nueva identidad, al menos en casa, mientras que el resto del mundo la seguía conociendo como Ben.

Después que Susan y Bill decidieron que la transición de Maya era algo que apoyaban de todo corazón y que querían hacerlo inmediatamente, buscaron información y apoyo de la TYEF. Por suerte, la TYEF se encuentra justo en el centro de Portland, a unas cuantas cuadras del trabajo de Bill. Susan Maasch fundó la TYEF en 2007 después de que su hijo transgénero fue objeto de discriminación en su escuela pública cerca de Bangor, Maine. Es la única organización en el país que ofrece grupos de apoyo, consejo legal y médico, y campamentos de verano específicamente para los jóvenes transgénero. En 2014, ayudaron a más de 800 personas de todo el país. En agosto de este año, ya habían superado esta cifra.

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Susan, Bill y Maya fijaron una reunión con Maasch para entender mejor su situación. "Maya es increíble", dijo Maasch. "Sus padres estaban simplemente apasionados, eran cariñosos y estaban dispuestos a hablar de todo, y nos querían para apoyarlos". Maasch le recomendó a Maya asistir a su próxima sesión de campamento de verano, programada para agosto, para que pudiera conocer a otros niños que también estaban en transición. "Cuando regresó del campamento, saltaba de felicidad por toda la cocina", dijo Susan. "Después de eso, ella hablaba más. Su personalidad era otra", agregó Bill. Estar cerca de otros niños transgénero le demostró a Maya que no estaba sola y le permitió aprender cómo las personas viven sus propias experiencias. "Sé quién quiero ser, y lo voy a ser", dijo Maya. "Ahora no se trata de quién quiero ser, sino de quien soy".

Maya había estado viendo a un endocrinólogo desde que les dijo a sus padres que era transgénero. En septiembre comenzó a tomar Supprelin, que regula la liberación de testosterona y hace que químicamente la transición a una mujer sea más rápida, sobre todo si se hace en las primeras etapas la pubertad, como en el caso de Maya. Bill aún contaba con su seguro médico de Veteranos, por el tiempo que estuvo en la marina, el cual prohíbe estrictamente la asistencia médica a familiares transgénero, incluyendo terapia de salud mental. Con el fin de obtener el inhibidor de hormonas, que se implanta quirúrgicamente en la parte superior del brazo, no podían mencionar que era para que Maya hiciera la transición a mujer. Algunos niños toman este tratamiento para la pubertad precoz, que es una condición que hace que los niños comienzan la pubertad desde los 8 o 9 años de edad. Pero cuando Maya comenzó con el estrógeno en diciembre, el segundo paso en el cambio de sexo con hormonas, la familia tenía a pagar de su bolsillo por el medicamento, porque el plan de seguro de Bill no lo cubría. Por suerte, éste no era caro, tan solo unos $170 pesos por un suministro de 90 días, y al comienzo de este año, Bill consiguió un trabajo en el Departamento de Seguridad Nacional, donde tiene planes más inclusivos para los familiares transgénero.

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A medida que el estrógeno comenzó a surtir efecto, Maya vio cambios físicos en su cuerpo. Los senos le comenzaron a crecer lentamente, más grasa se aferró a sus caderas y su mandíbula se alargó. Y a pesar de que estos cambios pasaron en gran parte desapercibidos por sus compañeros durante el primer semestre de 2015, no dejaron de molestar por completo a Maya en la escuela. "Me llamaron gay muchas veces", dijo. Después de ser aceptada en Waynflete a principios de año, ella optó por salirse de las pruebas estandarizadas en la primavera. Durante los períodos de exámenes, se iba a la biblioteca. Un día se sentó y cruzó las piernas. Un compañero de clase, un niño que siempre la había criticado, le gritó: "Estás cruzando las piernas. ¿Eres gay? ¡Sólo las chicas hacen eso!" Al día siguiente, cuando se cruzaron de nuevo: "¿Estás usando calcetines de niñas?¿Eres gay? ¿Eres un travesti?" Aunque sus comentarios lastimaron a Maya, ella no les dio mucha importancia. Ella tenía en la mente cosas más importantes, como decirle a sus amigos y familiares que era transgénero en su último día de secundaria, que sería su último día como Ben.

El principal obstáculo era el decirle a los padres de Bill y de Susan. Bill y Susan decidieron, a principios de junio, escribirles una carta a cada miembro de su familia. Querían ser honestos y directos, pero querían estar lo suficientemente lejos para que la familia asimilara la noticia. Susan puso la carta para su padrastro en el correo un lunes. Todavía vivía en Maine, por lo que la carta debería de haber llegado al día siguiente. Dado que ya era jueves y no había ninguna noticia, Susan se puso nerviosa. "Estábamos con los pelos de punta", dijo. Ese día, le preguntó a su sobrino qué había pasado con la carta. Su padrastro le dijo que necesitaba más tiempo para procesarlo. Sin embargo, más tarde esa noche, le envió un email a Susan. Él escribió que eso explicaba muchas cosas y que apoyaba la decisión de Maya. Incluso la animó a que saliera, socializara y estuviera orgullosa de sí misma.

Bill consiguió la ayuda de su hermana Margaret, quién pasó por una situación similar cuando su hijo declaró ser gay. Ella entregó personalmente la carta de Bill a sus padres, quienes ya tienen más de 80 años. "No es algo que deslizas por debajo de la puerta", dijo. Margaret se sentó allí mientras ellos leían la carta. "Bueno, no es que nunca nos hayan sorprendido", dijo su madre, en referencia al hijo de Margaret. Después de eso, sus padres le enviaron un mensaje de texto a Bill. "Wow. Respira con calma", decía. A pesar de la brevedad, Bill se sintió aliviado. Todo parecía estar bien con la reacción de la familia.

Pero cuando Susan y Bill pusieron un estado de Facebook sobre la decisión de Maya, el 19 de junio, su último día en la secundaria, Bill tuvo que cortar los lazos con algunos amigos —aquellos que había conocido durante años en la milicia— después de recibir mensajes negativos sobre Maya. "Tengo la sangre hirviendo", dijo Bill. "Pero yo soy el padre de mi hija. Ella es lo más importante". A pesar de que algunos no tomaron tan bien la noticia de Bill, la familia estaba en gran parte feliz con el resultado. "Nos habíamos preocupado por ello durante tanto tiempo, y entonces sucedió y no fue un problema", dijo Susan. "La vida sigue de lo más normal".

Sé quien quiero ser, y lo voy a ser.

Desde que Maya dijo abiertamente que era transgénero, su vida personal no ha sufrido grandes cambios. Ella todavía opta por jeans ajustados y camisetas en lugar de blusas y faldas. Y no usa maquillaje. "Juro por Converse", dijo Maya. "No todas las mujeres cisgénero tiene un físico totalmente femenino, así que ¿por qué las chicas transgénero sí?" A pesar de su forma de vestir, durante el verano, muchas personas —el recepcionista de un hotel, el cajero en un Dunkin Donuts, los clientes en un centro comercial en Boston— se dirigen a ella con pronombres femeninos. "Le pasa eso por su esencia, no por su forma de vestir", dijo Susan.

Con todo lo sucedido —la declaración a todo el mundo y que la confianza de Maya haya aumentado— la familia no se había preparado para el ingreso a la preparatoria. Ya le habían dicho a la escuela que Ben, el nombre que estaba en su carta de aceptación, ahora era Maya. Waynflete ni se inmutó. "Es cuestión de tratar a todos los estudiantes de igual manera", dijo Cathie Connors, decano en Waynflete. "Aquí, la comunidad está actualizada y es comprensible, hemos recorrido un largo camino desde hace cuatro o cinco años". Todos lo baños en Waynflete son para ambos géneros, y las escuela estaba al pendiente de cualquier otra preferencia que Maya pudiese tener en relación con su ingreso a la preparatoria. Incluso tienen un club de personas LGBT en el campus, al que Maya se unió inmediatamente. Sintió que tal vez éste podría ser el lugar en el que ella podría ser realmente ella.

Lo primero que dijo Maya cuando Susan la recogió de la escuela fue que muchos niños eran "material para amigos". Emma, una chica rubia con skinny jeans negros y una pulsera de Imagine Dragons, le había dicho a Maya que estaba muy padre su playera durante la orientación, dos semanas antes, así que el primer día de clases hicieron click ,como amigas, durante el período de bienvenida. Aunque Emma no le ha preguntado a Maya si es transgénero, un niño sacó el tema con Maya en una excursión para alumnos de nuevo ingreso la semana anterior. Maya le confirmó que sí, que ella era transgénero. El muchacho no parecía haberse sorprendido, e incluso se disculpó por si había sido grosero preguntar. "Sólo voy a ser yo misma", dijo Maya. "Si alguien me pregunta si soy transgénero, les voy a decir la verdad. No tengo nada que ocultar".

Después de la clase de álgebra avanzada, inglés e historia, el resto de la tarde transcurrió sin problemas. Maya se encontró con más niños que parecía podrían ser buenos amigos y pasó su tiempo libre haciendo la tarea de historia. Susan trabaja en la misma calle de Waynflete, lo que fue muy conveniente para recogerla, pero Bill estaba trabajando desde su casa ese día y esperó ansioso a que su hija regresara a casa. Quería asegurarse de que se había sentido aceptada, que se sentía segura. En su casa se encontraba una fotografía de Maya, como Ben, sobre el armario en la sala de estar. Con el pelo muy corto, escondido debajo de un gorro gris de lana, muestra una sonrisa forzada para la cámara. Maya dijo que no le importan las fotos que hay en la casa, que no se avergüenza de quien era antes. "Sigo siendo yo", dijo Maya. "Solo que en esta ocasión soy una chica".