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Música

Spotify acaba de descubrir que el heavy metal es más popular que la música pop

Recientemente Spotify reveló que los metaleros son los fans más leales. ¿Por qué la gente se sorprende?

Todos los metaleros saben que A) el heavy metal es la ley y B) los otros géneros empalidecen en comparación con él. Pero siempre es bueno ver datos que lo demuestren, más allá de lo que tú y tus amigos se griten el uno al otro, especialmente durante esos épicos momentos en los que se juntan a adorar a Kreator. Recientemente, Spotify le echó un piropo a los metaleros al sacar unas cifras que ilustran detalladamente lo amplio que es el margen por el cual el heavy metal está gobernando las ondas del streaming. Desde países como Portugal, Estados Unidos y, obviamente, Noruega, el metal está en el top 5, o en el top 10, de los géneros más escuchados en todos los países. El metal, además, es el género que se lleva la corona global, dejando al pop en un distante segundo lugar y al folk, country y hip-hop en el olvido.

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Como Mashable apuntó, Spotify calculó estos datos alrededor de las bandas principales de cada género, siendo los campeones del metal Metallica, Slayer, Judas Priest, Iron Maiden, Sepultura, Pantera, Cradle of Filth y Anthrax. No es precisamente sorprendente escuchar que un montón de gente está usando Spotify para escuchar los temas más clásicas de Slayer y Papa Het, pero lo que es impresionante es ver la cantidad de personas que están desconcertadas con este "hallazgo".

Imagen vía Spotify

Teniendo en cuenta la feroz lealtad de los fans del metal y su preferencia por realizar compras físicas, tiene todo el sentido que pasen la mayor cantidad de tiempo escuchando las mismas canciones viejas de Iron Maiden en repeat. Como el personal de la disquera entrevistada en la nota de Mashable, los sellos de metal han estado vendiendo casetes y vinilos por años; las camisetas de metal y los parches bordados con logos son la vestimenta de rigor; los festivales de metal atraen regularmente a fans de todas partes del mundo; y aún hay una multitud de revistas impresas sobre metal y fanzines que circulan en un mundo que se ha vuelto principalmente digital. Mientras que los fans de otros géneros corren a ver a los nuevos artistas, el fanatismo del metal es generacional. Un nuevo fanático siempre rinde tributo a las bandas clásicas y construye un conocimiento cronológico mientras se mantiene al tanto de acontecimientos actuales. Esa amplia red musical se transforma directamente en más ventas: cuando alguien está comprando el nuevo disco de Mefitic, probablemente también está ampliando su colección de Blasphemy, o finalmente comprando ese box set de Hellhammer. Los metaleros son coleccionistas, y el metal como género es increíblemente diverso: hay cientos de miles de bandas de metal allá afuera a las que los aficionados prometen lealtad y lo cumplen rompiendo la alcancía.

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Este enfoque no es único para los fans del metal, pero definitivamente lo llevan más lejos que cualquier otro conjunto demográfico. No es tan fácil ser un fan metalero como lo es profesar tu amor por Taylor Swift o Makonnen. Además, la devoción extrema de los metaleros se da a menudo como respuesta a la presión social. Cuando todo el mundo te está diciendo que la música que te gusta es estúpida, malvada o inescuchable, tienes dos opciones: o dejas a un lado tu interés y te guardas tus gustos… O te obsesionas y te llenas de camisetas de sus bandas, vas a conciertos con gente que tenga gustos similares y cada vez que puedas vas a dar a conocer lo que te gusta.

Esa misma nota de Mashable hizo lo que pudo para darle sentido a la idea de que no solo el metal sigue vivo después del "apogeo del género en los 80 y 90", sino que cada vez más personas han caído bajo su hechizo, a lo que solo puedo decir: obviamente. Es tentador escribir notas como estas como puro ruido, como algo que en verdad no afecta a nuestra comunidad, y no tiene nada que ver con nuestra relación con el metal, pero las implicaciones son graves. En el 2015, años después de que el New York Times empezara a cubrir el doom y que las compañías de carros hicieran conciertos con Absu y Napalm Death, los principales medios de comunicación y la sociedad en general aún no tomaban en serio al metal como forma artística. Incluso, seguimos viendo artículos que introducen al género de la misma manera condescendiente en la que cubrirían a una tribu amazónica. "Aunque usted no lo crea, hoy en día todavía existen fanáticos del metal, practicando sus extrañas costumbres y rituales lejos de los ojos de las personas comunes y corrientes".

Foto por Josh Sisk

Como Mashable exclama mientras se pone sus jeans de papá, "lo que puede parecerle sorprendente a muchos oyentes mainstream que cambiaron hace mucho tiempo a Skid Row y Def Leppard por John Legend y Taylor Swift, es que el heavy metal ha mantenido una escena vibrante, diversa y global, gracias a sus dedicados fans". Puedo entender la necesidad de escribir para un público amplio. Pero asumir que la gente necesita recordar el alcance global de un género que va mucho más allá de la frontera estadounidense (¿Black Sabbath? ¿Enslaved? ¿Sepultura?, ¿No? Bueno.) demuestra qué tan arraigada es la percepción del fan del heavy metal. No necesariamente es un tipo que se quedó atrapado en los ochenta, y que usa Aquanet, spandex negros y se maquilla los ojos cuando sale de fiesta.

Como los datos de Spotify demuestran, el metal sigue siendo un negocio global, y los metaleros están por todas partes. Los medios mainstream y la gran industria musical solo se hacen daño a sí mismos al ignorar y menospreciar esta potente vena de fans internacionales y altamente dedicados, muchos de los cuales están más que listos para gastar en mercancía, revistas, discos y boletas. El metal no los necesita, pero a medida que los servicios de streaming continúen repartiendo centavos y las ventas de música física sigan disminuyendo, tal vez se den cuenta que sí necesitan al metal… y seguramente no les molestará tratarlo, por extensión a nosotros, los metaleros, con un poco más de respeto, hasta que ese milagroso día llegue.

Kim Kelly defiende la fe en Twitter: @grimkim