Todas las fotos por Alex DiazRevolución y pasión. Resistencia y dulzura. Protesta y romanticismo. Contundencia contestataria y susurros previos a la complicidad de cuerpos desnudos. Cultura Profética es ese “Sube el humo” y a la vez ese “De antes”, un equilibrio entre la conciencia masiva y el amor más íntimo. Es un grito libertario y carnal que surgió en una isla de 3.5 millones de habitantes en 1996 y que ha logrado coquetearle a todo un continente.Tras dos años de iniciar este proyecto, lograron algo pocas veces visto: grabar su primer álbum Canción de Alerta (1998) en el legendario estudio Tuff Gong de Jamaica, fundado en 1970 por el mismísimo Bob Marley, desde entonces suman en total ocho discos de estudio, dos de ellos en vivo y hasta uno de tributo a Bob. Escenarios como el Luna Park en Argentina, Viña del Mar en Chile y Rock al Parque en Colombia han sentido la potencia de su llamado espiritual, consciente y sincero.Durante sus primeros diez años el descontento y la inconformidad marcaron aquel “ritmo que pesa”, que más que una canción, bien podría ser una de las consignas más importantes de la banda. Después de su celebrado álbum M.O.T.A. los boricuas decidieron entrar en una etapa de dulzura, un derroche romanticón necesario que les permitió cultivar adeptos y expandir su mensaje. Un mensaje que ha calado a fondo en el corazón de Colombia, en especial en ciudades como Bogotá y Medellín, que se han convertido en estaciones obligatorias para sus largos e intensos recitales, amenizados por el olor dulzón del atardecer y la ilusión de que el amor, en efecto, nos salvará de la catástrofe.A propósito de su gira por Colombia para celebrar estas dos décadas de carrera musical, charlamos con Willy Rodríguez, vocalista de la banda, sobre el amor hacia estas tierras, lo mejor y lo peor de su recorrido sonoro y lo que se viene cocinando para su próximo álbum.En los últimos años se ha vivido un romance entre Cultura Profética y Colombia, ¿Cómo ha sido esta relación?La verdad nos ha tocado vivir una experiencia histórica en Colombia y es loco porque nos tardamos muchos años en llegar. Siempre estuvimos bastante activos, pero por nuestra situación de trabajar de manera indepentediente, nuestra música se tardó un tiempo en llegar a muchos lugares fuera de la isla. Lo que la gente más conoce de nosotros en este momento, es nuestra última etapa de La Dulzura en la cual decidimos crear una propuesta de canciones que tocaran otros temas que no eran tan aguerridos. Queríamos hablar de las cosas lindas también, pero no porque quisiéramos dejar de lado lo que habíamos hecho, sino porque ya lo habíamos hecho. Cada disco ha sido un proceso creativo diferente y cabía el espacio para poder hacer un álbum que tocara esta propuesta dulce.Lo bonito es que después de todos estos años de carrera mucha gente nueva ha llegado con la propuesta de la dulzura y esas personas pueden ir hacia atrás en nuestra discografía y adentrarse un poquito. Aunque muchos prefieren escuchar lo nuevo, siempre nos piden muchas de las canciones viejas, las más importantes. Eso también se siente bastante en Colombia donde la gente está muy abierta a escuchar poesía, a escuchar contenidos. Están acostumbrados a música de calidad y creo que hay una relación entre la creatividad en general de los jóvenes en Colombia y nuestra música que va como anillo al dedo.¿Cómo fue la primera vez que vinieron a Bogotá?Creo que nosotros llegamos allá por primera vez en 2008. No recuerdo muy bien, pero creo que fuimos al Astor Plaza. Era un teatro en el cual había tocado el maestro Pablo Milanés, tu sabes, como algo más íntimo. Estuvimos ahí conociendo poco a poco y creando una relación pero no fue hasta que fuimos a Rock al Parque por primera vez que tocamos en el escenario secundario y se llenó por encima de las expéctativas.Fue la primera vez que vimos tanto público junto, y viniendo de una isla tan pequeña donde un público muy grande son 20.000 personas, llegar a encontrarnos con más de 50.000 personas fue impresionante. La segunda vez que volvimos a Rock al Parque, fue para sus 20 años. Nos pusieron en la tarima principal pero muy temprano, un lunes a las 2:30 p.m. y ese día llegaron 126.000 personas, cosa que cuando nos bajamos de la tarima, los mismos organizadores estaban asombrados. Decían que era increíble que a esa hora llegara tanta gente y pues nosotros, más que orgullosos, creo que nos sentimos honrados.¿Qué crees que es lo que conecta tanto al público con la música de Cultura Profética?Yo diría que la sinceridad, porque te podría decir que maquiavélicamente nosotros tratamos de mantenernos vigentes musicalmente, tratamos de estar al tanto de lo que pasa, no para emularlo, sino para hacer nuestra propuesta más cercana a las nuevas generaciones. Estamos pendientes a los aconteceres porque nos aquejan, para tener algo que decir actual. Pero todo eso lo provoca mucha gente y yo creo que lo que resume el éxito de la banda no es más que la sinceridad. Ya está la persistencia y hay un montón de otras cosas más que tienen que ver con otra sensibilidad en el acto, pero la sinceridad es la clave, porque muy pocos proyectos hoy en día se atreven a seguir siendo sinceros en sus propuestas.
Hablando un poco de esta etapa de La Dulzura y haciendo un recuento de su paso por Colombia, ¿qué tipo de romance crees que la banda tiene con el país? ¿Qué tipo de mujer sería?
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