FYI.

This story is over 5 years old.

Música

Porque este amor es azul: 30 años del True Blue de Madonna

El 30 de junio de 1986 salía al mercado un disco cuya influencia sigue estando tan viva como en su primer día. Un clásico imperecedero del pop.

True Blue no es el mejor disco de la Reina del pop. Críticos como Simon Reynolds, Lucy O´Brian, Caroline Sullivan o los eternos jóvenes sónicos Kim Gordon y Lee Ranaldo, coinciden que su obra maestra fue y será Like a prayer.

Si me preguntan, desde mi chaqueta subjetiva, diría que sus mejores trabajos son Erotica y Confessions of a Dance Floor; es decir, los enfocados al dance en su totalidad. Normal en un puto como yo.

Publicidad

Pero la importancia trascendental de True Blue es que fue el disco que impuso las reglas de cómo debía ser el pop de altísima calidad durante todos los ochenta, pegadizo y diáfano, sin que por ello tuviera que emprender algo así como una hipócrita guerra contra el demonio de lo "comercial". Dictó tendencia en la moda de las chicas jóvenes de la segunda mitad de los ochenta sin que la ropa a huevo tuviera que estar conectada a una ideología.

Mientras el The queen is dead de los Smiths (que salió el mercado prácticamente quince días antes) parecía conducir al indie a un culto de anti corrupción religiosa generando su debida horda de feligreses que hasta cierto punto coqueteaban con el sufrimiento berrinchudo, como una especie de románticos que planean un suicidio colectivo pero sin los huevos para llegar a cometerlo, Madonna se apoderaba de las listas de popularidad del mundo fomentando una globalización que en 1986 parecía un término sacado de un libro de ciencia ficción cyberpunk.

Editado por Sire Records, True Blue cuenta con esa portada del perfil de Madonna en éxtasis cotidiano, que parecía la versión original de un negativo de Andy Warhol pero en realidad se trataba de una fotografía del cotizado Herb Ritts (en la versión gringa las portadas del acetato se lanzaron sin el título ni el nombre de Madonna). True Blue es perfecto por su cursilería sin culpas. En aquel entonces Madonna era la esposa de Sean Penn, a quién le dedica el disco y todo era amor de glamur que acaparaban las portadas de revistas. Sí, antes de que se hiciera íntimo de militares socialistas como Hugo Chávez y se volviera reportero de ocasión montado en la ola del nuevo periodismo, internándose en la sierra con la otra reina (La del sur, según la telenovela de Telemundo) para entrevistar a uno de los narcos más buscados por el FBI, Sean Penn fue el esposo de la Reina del pop.

Publicidad

Pero True Blue también es perfecto porque es un álbum que antepuso la exquisitez musical por encima de la provocación que después se convertiría en el sello de Madonna. Es el que menos pedos genera en la audiencia. Su track más polémico era "Papa don´t preach" que abordaba el embarazo adolescente y el aborto, entre cuerdas de inspiración clásica, sintetizadores asequibles y un video en el que actuaba el legendario actor Danny Aiello. Si bien levantó algunas ampollas en grupos de padres de familia gringos y un supuesto encontronazo con el Vaticano, eran cosquillas en comparación con las bombas que vendrían años más tarde: "Like a prayer", en dónde se cachondeaba a un santo católico o el ejercicio de voyeur soft porn "Justify my love".

Todas las letras estuvieron intervenidas por la propia Madonna, de ahí que aparezca con el crédito de coautora y además incluye 5 sencillos que definieron las entrañas pop de Madonna y que han superado la prueba del tiempo con tremenda dignidad: "Papa don´t preach", "Live to tell" (originalmente el título del álbum y una balada de romanticismo sexy), "Open You Heart" (cuya primera versión la escribió Cindy Lauper), "True Blue" y "La Isla Bonita", esta última inspirada en principio en las calles y ritmos cubanos, aunque luego Madonna le aportaría un toque flamenco con la que ganó el afecto de la audiencia latina. Por cierto, Michael Jackson fue el primero al que se le ofreció el tema de la "La Isla Bonita", escrito por Patrick Leonard, con el fin de que fuera parte de su álbum Bad. Pero el pendejo la rechazó. Michael Jackson nunca fue tan astuto y frío y calculador para administrar su fama: después de Dangerous se fue a la quiebra emocional mientras Madonna lanzaba el extraordinario y delicioso y sadaomaso Erotica.

Según Thurston Moore en la biografía Goodbye 20th Century, el hipnotismo pop de True Blue fue definitivo para que el proyecto experimental de Sonic Youth terminara de cuajar en un bizarro homenaje a Madonna, de ahí que se rebautizaron como Ciccone Youth.

El impacto mundial causado por True Blue fue el que catapultó a Madonna a la estratósfera hasta convertirla en La Reina del pop. Todas esas mozalbetas que supuestamente amenazaron en derrocarla, se volvieron locas con su propio éxito en muy pocos años (¿te acuerdas, Britney, cuando te rapaste?) y el resto que ha logrado mantener la cordura, se repiten a sí mismas sin desafiar sus propias fórmulas: Katy Perry o Taylor Swift o Adele se han acomodado en el confort de sus fórmulas sin arriesgarse. Quizás Beyoncé o Rihanna son las que siguen el camino de reinvención impuesto por Madonna, pero ellas se rigen por el encabronamiento de la cultura negra.

Gracias a True Blue, el reinado aún perdura. 30 años después y nadie ha podido desbancarla del trono.